La limpieza y despique de camarón es una actividad casi exclusiva de mujeres en este puerto.
Las colonias Morelos, Pescadores, Vicente Guerrero y Moscú concentran una treintena de plantas que emplean a más de 2,500 adolescentes, abuelitas y madres de familia.
Son sin duda una de las actividades de mayor importancia en esta zona portuaria y que su realización o continuidad depende casi en su totalidad de las incansables manos femeninas tampiqueñas y del norte de Veracruz.
Aureliana Núñez de Piña es la dirigente de la Unión de Despicadoras de Tampico y dese hace 20 años comenzó la lucha para mejorar las percepciones de las mujeres, gestionar apoyos oficiales para brindarles servicios de salud y guarderías para sus hijos, pero aún falta mucho por avanzar y disminuir el grado de carencias de las familias.
Provienen, en su mayoría, de núcleos familiares disfuncionales, otras afrontan problemas de adicciones y su grado de escolaridad es bajo, lo que les impide salir de ese círculo vicioso de pobreza y marginación.
De ellas muchas son adolescentes que afrontaron embarazos inesperados, obligándolas a abandonar la escuela y afrontar las exigencias de criar a sus hijos, siendo la actividad del despique la opción que encontraron para hacerlo.
Aureliana dice acumula más de 40 años de ser despicadora, eso le llena de orgullo, pues es un trabajo digno, pero en su diaria lucha trata de sembrar en sus compañeras el deseo de superación, de continuar los estudios y dejar atrás la vulnerabilidad social heredada por sus padres o abuelos.
Pero la tarea no es fácil. Las mujeres despican un promedio de 20 kilos de camarón para ganar 120 ó 150 pesos por día y a casi nadie le interesa emplearse formalmente, para obtener prestaciones como Seguro Social o Infonavit, porque prefieren ser libres, procesar marisco en una planta o en otras, para salir en cualquier momento y cumplir sus tareas de casa.
El camarón es uno de los frutos del mar más cotizados en las mesas y cocinas mexicanas y en la región su precio al público promedia los 250 pesos por kilogramo en Cuaresma y un platillo gourmet puede alcanzar los 300 pesos en restaurantes locales.
Es cierto que hay logros, pues el gobierno de la ciudad apoya con la construcción y funcionamiento de dos guarderías exclusivas para los niños en la colonia Morelos y el sistema DIF opera una despicadora especial para adultos mayores, pero todavía hace falta garantizar empleo temporal en épocas de veda, cuando por más de cuatro meses quedan sin trabajo e ingresos.
Dice que el sistema DIF hace su trabajo y está obligando a las mamás a no llevar a sus hijos a los centros laborales, con la idea de cambiarles el "chip" y los pequeños adquieran aspiraciones distintas a trabajar en la limpia del crustáceo.
Y claro que se puede sobresalir, en este trabajo digno y poco reconocido, hay historias de vida exitosas, como la de una joven que abandonó el despique al egresar de la carrera de abogada y otra que estudio enfermería para hoy labora en un hospital privado.
Incluso algunos dueños de plantas, conscientes de la necesidad de crecimiento personal, como la Congeladora Vázquez obliga a mostrar la boleta de calificaciones para dar trabajo y motivarlas a estudiar y superarse.
Los retos son muchos y muy difíciles para este núcleo de mujeres que no se ven, que pasan desapercibidas en nuestra sociedad, carentes de servicios médicos institucionales y a los que acceden en ocasiones cuando los empresarios aceptan apoyar con la compra de medicinas, pero que tienen una gran importancia en la vida económica regional.
Son las despicadoras sin duda uno de muchos ejemplos de la importancia de la fuerza laboral femenina, de su contribución a la economía, sustento de sus hogares y la grandeza de un país que requiere elevar la igual, seguridad y dignidad en sus labores.