Los ojos se llenan del color amarillo intenso en los campos de girasoles de Tamaulipas, en una imagen digna de postal, una alfombra que pareciera no tener fin y que se ve rematada por el emblemático cerro del Bernal.
Se trata de un sitio que pareciera sacado de una película con excelsa fotografía, de un fresco de Vincent Van Gogh con pinceladas de Paul Gauguin o los destellos de mexicaneidad de los murales de Diego Rivera.
Esto lo hace un sitio verdaderamente único en toda la región noreste de México, ya que si bien es cierto en el país existen otros plantíos de esta flor en Morelos, Nayarit, Campeche, Coahuila, Baja California y Baja California Sur, el de Tamaulipas es único.
Ubicado en la entrada a González por el ejido Graciano Sánchez, a unos 90 kilómetros de Tampico, este lugar se ha convertido en el sitio obligado para las fotografías y selfies de los viajantes, ya que al estar ubicado a un costado de la carretera el colorido de sus pétalos atrae las miradas.
Se denominan girasoles porque la parte florecida gira según la posición del sol, en un fenómeno llamado heliotropismo o fototropismo llamándose también mirasol, calom, jáquima, maravilla, tlapololote, en náhuatl se denomina acáhual -atl, agua y cahualli, dejado, abandonado- o flor de escudo originaria de Centro y Norteamérica con funciones de ornamento y alimenticias al extraerse diversos aceites.
“Es muy bello, reamente nunca había visto un sitio de plantas de girasoles y no podemos dejar pasar la oportunidad de tomarnos una foto”, dijo Marisa Real Montes, quien se trasladaba de Houston, Texas, a Tuxpan para pasar el fin de año.
Es justamente diciembre una temporada perfecta para visitarlo y recorrer este sitio donde las flores que llegan alcanzar hasta los dos metros de alto siguen el sol desde el alba hasta el ocaso y ha sido inspiración de poetas, pintores y cantantes.
Sin duda este plantío de girasoles se ha convertido en tendencia y en una verdadera sorpresa de las bellezas que ofrece Tamaulipas.