Los dos meses y medio que permaneció cerrado el local de ropa y novedades de temporada debido a la pandemia pulverizó la economía de doña Francisca, que, apenas se dio luz verde para que negocios no esenciales pudieran ir abriendo paulatinamente acudió a levantar la cortina y así comenzar de cero.
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Aun sin saber si podrá continuar pagando la elevada cantidad por el local de tres metros de frente por casi siete de largo, ubicado en la zona centro de Ciudad Madero, no pierde el entusiasmo, ni las esperanzas de que se vuelva a activar la economía.
El primer día de la nueva normalidad acudió a limpiar la mercancía y el establecimiento, sin poder perder de vista las complicaciones que se avecinan con la nueva normalidad.
Apenas la semana pasada ya se había hecho a la idea de que dejaría el local, debido a que no podía pagar la renta del mes de mayo, ni los recibos de la luz y el agua que se generaron mientras estuvo cerrado por la contingencia sanitaria.
Una llamada alegró un poco su día, ya que se trataba de la señora que le renta el local, en donde acordó que esperaría el tiempo justo para que ella se pudiera recuperar y así ir pagando el mes atrasado y el próximo que vendría.
Además de todos estos problemas económicos que enfrenta doña Francisca Pacheco y cientos de pequeños comerciantes, las autoridades sanitarias pidieron instalar más medidas de prevención para evitar contagios en estos negocios, lo que les representa un gasto extra.
Ella ya tramitó los permisos ante las autoridades y únicamente le faltaban dos aditamentos, el tapete sanitizante y el checador de temperatura, por lo que decidió abrir, pero no deja entrar a sus clientes y desde el mostrador que colocó como barrera atiende a las personas que se detienen a preguntar alguna de las mercancías que ella oferta.
La demanda que han tenido estos productos ha originado que se escasee y con ello el aumento en los precios, por lo que por el momento Doña Francisca trabajará así, en lo que consigue los recursos para poder comprarlos.
Al igual que sus compañeros de comercio, esta situación la agarró desprevenida ya que creyendo que sería un buen año en las ventas -por lo registrado en diciembre- contrajo varios compromisos a principios de año en las cuales pensó que se recuperaría con la llegada de Semana Santa, el día de las madres y otras fechas importantes, que por la situación pandémica no pudieron desarrollarse de manera ordinaria.
Primero fue el cierre de playa Miramar, el 16 de marzo, lo que empezó a preocuparle a unas semanas de la mejor temporada para todos los comercios de Ciudad Madero, considerado el municipio turísticamente más importante de Tamaulipas.
En condiciones normales llegan cientos de turistas a la zona, pero este año la movilidad fue interrumpida y con ello la costa del golfo de México lució completamente vacía.
El segundo golpe fue el siete de abril cuando personal de Protección Civil pasaron a su local para informarle que tenía que cerrar ya que la Comisión Estatal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Coepris), estaría verificando y clausurando los negocios no esenciales.
Comenzó entonces el calvario, acumulándose las deudas y sin un solo ingreso para poder mantener a flote su negocio, padeciendo de estrés, insomnio e incluso depresión al ver como su patrimonio enfermaba al grado de morir durante la pandemia.
Así transcurrieron 76 días, hasta que finalmente un confuso decreto de apertura y el acuerdo al que llegó con su rentera le dieron un nuevo respiro y la esperanza de volver a funcionar, aunque sabe que la situación será compleja para comenzar desde cero.