La mañana del 10 enero de 1989 una noticia cimbró a toda la región: El Quinazo. El máximo líder petrolero Joaquín Hernández Galicia había sido arrestado en su domicilio de la Unidad Nacional, colonia que él mismo mandó construir para los petroleros en la década de 1960 y que se convirtió en sitio de guerra en los días de su detención.
Era un martes por la madrugada, cuando varios batallones especializados de la Secretaría de la Defensa Nacional ejecutaron la orden de aprehender a Hernández Galicia, pero también a varios de sus colaboradores más cercanos, por lo que el despliegue militar se realizó en diversos sectores de Tampico y Ciudad Madero.
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El operativo especial fue llevado a cabo, además de la Unidad Nacional, en colonias como la Tamaulipas y Petrolera en Tampico, así como la Tinaco, Vicente Guerrero, Ampliación de la Unidad Nacional, Castores, entre otras de Ciudad Madero, donde hubo detenciones de trabajadores administrativos del Sindicato Petrolero.
La salutación del Día de Reyes a Carlos Salinas de Gortari
El Día de Reyes de ese 1989, Joaquín Hernández Galicia, junto al entonces secretario general del Sindicato Revolucionario de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Salvador Barragán Camacho, y los dirigentes de las 32 secciones del gremio visitaron al presidente Carlos Salinas de Gortari.
En esta reunión tradicional fue la salutación de Año Nuevo que daban los dirigentes obreros al Ejecutivo nacional, cuando Joaquín Hernández se entrevistaría con el presidente Salinas, declarando en aquella ocasión que era necesaria la suspensión del pago de la deuda externa y la inversión de más recursos en la exploración de yacimientos petroleros.
El encuentro quedó registrado en las páginas de EL SOL DE TAMPICO, que el 7 de enero de 1989 tituló: “Total y decidido apoyo de los petroleros al Sr. Presidente”, donde los dirigentes del SRTPRM señalaban: “Apoyamos total y decididamente las políticas del presidente Carlos Salinas de Gortari”.
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“No vamos a permitir que lo que nos legó Lázaro Cárdenas, acabe"
“La Quina”, como le decían a Joaquín Hernández, era en ese entonces director de Obras Sociales del SRTPRM y dentro de la asamblea que sostuvo con el pleno de secretarios generales del sindicato petrolero dio además una declaración que iba en contra de los proyectos del entrante presidente Salinas de Gortari.
“Haremos estallar la primera huelga del sindicato petrolero, el día que se atrevan a quitarle un milímetro a la nación o que se quiera entregar Pemex a los particulares”, expresó ante los dirigentes, agregando que “nunca hemos hecho huelgas por demandas contractuales ni por ningún otro motivo, pero que nadie ose atentar contra la industria petrolera porque entonces sí paralizaremos Pemex.
“No vamos a permitir que lo que nos legó Lázaro Cárdenas acabe; porque alguien lo entregue a la iniciativa privada o a los extranjeros”, remató Hernández Galicia, quien hasta el momento llevaba 31 años ocupando cargos en la dirigencia del sindicato petrolero, teniendo como testigo al presidente nacional del PRI, Luis Donaldo Colosio.
Lo acusaron de acopio de 200 metralletas y 25 mil cartuchos
Apenas cuatro días después el hombre más fuerte del sindicalismo en México era arrestado en su propia casa, acusado de acopio de armas y de homicidio. Los soldados tuvieron que entrar disparando al domicilio, según testigos, apresando además a una treintena de personas que se encontraban en la casa del líder, en la calle San Luis Potosí de la Unidad Nacional en Ciudad Madero.
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Con base en datos informados por la entonces Procuraduría General de la República (PGR), en la casa de La Quina fueron encontradas 10 cajas con 200 metralletas UZI, 10 cajas con más de 25 mil cartuchos, además se decomisaron 17 armas de uso exclusivo del Ejército y se levantó el cadáver del agente del ministerio público federal Gerardo Zamora Arriega, quien presuntamente había muerto en el tiroteo.
La noticia de lo que se llamó el “Quinazo” alertó en varios ámbitos, pues se temía la paralización de las refinerías, el desabasto de gasolinas y la manifestación con bloqueos; sin embargo a pocas horas de su detención Joaquín Hernández hizo un llamado a los trabajadores a no caer en provocaciones y seguir laborando en las plantas; pues ya se empezaban a registrar situaciones de enfrentamientos de obreros y soldados en varias partes del país.
Durante los días posteriores a la detención hubo paros temporales en las plantas refinadoras del país y cerraron de manera temporal las distribuidoras de gas, además en la zona sur de Tamaulipas hubo psicosis al temer que no hubiera gasolina y a bloqueos en diversos accesos a Ciudad Madero y Tampico.
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El líder petrolero, quien llegó a encabezar el sindicato desde 1958, fue condenado a 35 años de cárcel, sin embargo en 1997 el gobierno de Ernesto Zedillo le concedió la amnistía, por lo que fue liberado.
Murió a los 91 años de edad por diversas afectaciones a su salud el 11 de noviembre de 2013. Sus familiares optaron por tirar parte de sus cenizas a la playa de Ciudad Madero.