Así lo refiere el Pbro. Juan José Aguilar Fabián, formador del Seminario Mayor de Tampico, quien aseguró que en la fe siempre habrá vocaciones, porque es la promesa del Señor, aunque reconoce que hay momentos en la historia de la Iglesia que han sido difíciles y las vocaciones dependen también de la misma región.
Para quienes ingresan a este Seminario el tiempo de estancia es de ocho años, los primeros cuatro estudian la Licenciatura en Filosofía en la Universidad, otro lapso igual de Teología donde estudian lo relacionado con Dios, como la Sagrada Escritura, estudios y tratados de la iglesia.
Antes de llegar a esta casa que es el Seminario Mayor existen otras dos estancias previas, la primera es el Seminario Menor, una casa de formación para aquellos que ingresan a preparatoria y una vez que terminan la preparatoria se les envía a otro lugar durante un año, al que se le llama curso introductorio.
El objetivo del seminario es formar a los alumnos que sienten la inquietud de la profesión sacerdotal, darles una formación integral en la parte humana, intelectual, espiritual y pastoral, ese es el objetivo primordial de los alumnos que ingresan a esta casa de formación de los sacerdotes.
DE LOS QUE INGRESAN Y SE RETIRAN
No todos los que ingresan llegan a concluir, porque en determinado tiempo hay quienes deciden retirarse voluntariamente y ahí se suspende la formación.
De la generalidad que llega quedan bajo escrutinio del equipo formador de los padres, “los están viendo constantemente, cómo se están desempeñando en las dimensiones humana, intelectual, espiritual y pastoral, uno ve en ellos los signos para determinar si realmente van a responder a esta vocación”, dijo el Pbro. Aguilar Fabián.
Si el equipo formador de los sacerdotes percibe con certeza y seguridad que el alumno no es idóneo para esta vocación, “se le dice que no puede estar aquí, que tal vez su camino está en alguna otra parte”.
EL INTERÉS DE LOS JÓVENES
Con capacidad para albergar a 150 alumnos, en el Seminario Mayor de Tampico viven, duermen, comen y cenan, hacen sus tareas y a lo único que salen es a recibir clases en la Universidad y las clases son impartidas por algunos laicos y otras por sacerdotes.
Cuestionado si en los últimos años la matrícula de estudiantes ha descendido, dijo, “sí, de forma considerable”.
En la década de los ochenta y noventa el número de alumnos era de 80, en la actualidad es de 30, “pero esto no es para ponerse triste, Dios en su sabiduría proveerá a la Iglesia de sacerdotes”, dijo.
En esto influye la negativa de algunos padres que se niegan a apoyar a sus hijos que deciden iniciar la vida sacerdotal, porque en la mayoría de los casos los padres desconocen esta labor además de temer cómo se les pagará.
El factor económico no debe ser un problema, “ciertamente el alumno recibe cierta cantidad pero esta es simbólica, porque la Diócesis y la Iglesia de Tampico han sido generosos con el seminario, que le permiten continuar operando”.
Aunque los tiempos que vive actualmente la Iglesia Católica son muy adversos, en el Seminario Mayor de Tampico las vocaciones aún están presentes entre los jóvenes que quieren ingresar a la vida sacerdotal. Este ministerio lleva una preparación de diez años a quienes están interesados en consagrar su vida al ejercicio pastoral.