Este 10 de mayo, “Día de las Madres”, la señora Delfina Hernández Cruz, de 61 años, no desea ni espera regalos, su único anhelo sería el apoyo para dejarle un lugar dónde vivir y encontrar a alguien que se haga responsable de su hijo Gerardo, un joven de 19 años que desde su nacimiento sufre de parálisis cerebral.
De mirada triste pero amorosa hacia su retoño, doña Delfina arrenda una pequeña construcción en la planta alta de un inmueble ubicado en calle Naranjo número 108 de la colonia Del Bosque, en la zona norte de Tampico, que comparte con su hijo y su marido José Osorio de la Cruz, quien se desempeña como repartidor de agua.
Esta madre “guerrera” que ha logrado sacar adelante a su hijo durante casi dos décadas pese a su precaria situación económica, nos cuenta que Gerardo nació con parálisis cerebral infantil, por lo que siempre ha requerido de tratamiento y cuidados.
Por desgracia, en la actualidad ella no recibe ningún tipo de apoyo de alguna institución gubernamental o de asociaciones civiles, y el sueldo que devenga su esposo apenas alcanza para comida y el pago de renta.
Esta situación le dificulta llevar a su hijo a las terapias que recibe, de masaje en los pies y de lenguaje en Casa Maty, mismas que han redituado en un avance para Gerardo, quien pese a que no habla sí puede caminar y entiende algunas cosas.
“Yo soy feliz con él, nunca he renegado a pesar de lo difícil que ha sido salir adelante”, señala la señora Delfina al preguntarle sobre su mayor recuerdo en su etapa como madre, agradeciendo el apoyo que le ha brindado una de sus vecinas de nombre “Dora”.
Esta madre guerrera, que ha logrado salir adelante enfrentando la enfermedad que aqueja a su hijo, no anhela regalos para este próximo 10 de mayo, solo desea algún apoyo para que el día de mañana pueda dejarle algo a su hijo, “un lugar donde él viva sin que nadie lo moleste ni que lo muevan”.
DIFÍCIL ENFRENTAR LA DISCAPACIDAD
Doña Delfina reconoce que ella no es una “madre habitual”, pues ha sido más difícil lidiar con la enfermedad de su hijo al no contar con apoyo, y en ocasiones no tener recursos para sus medicamentos.
“Lo único que quiero y lo único que deseo en este momento es tener mi casa, dejarle algo a mi hijo, yo no tengo familia, ni mi esposo, ni apoyos de alguien”, nos vuelve a repetir.
Con todas estas limitantes nos susurra nuevamente que ella “es feliz”, una muestra de que el amor de una madre para quien su único hijo lo representa todo es infinito, para quien este “Día de las Madres” no habrá regalos, y en cuyo corazón solo existe el anhelo de tener la seguridad que Gerardo estará bien el día de mañana que ella llegara a faltar.