Pocas son las personas que dejan una huella en la comunidad y que se sienten tan cercanas como un familiar o un amigo. Ese es el caso de don Mauro, quien luego de 45 años como vendedor ambulante de raspas, se retira.
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Visiblemente conmovido, comenta para EL SOL DE TAMPICO: “decidí retirarme de la venta porque ya me siento cansado, ya tengo 70 años y me canso mucho de andar caminando”.
Y es que solo con excepción de los primeros meses de la pandemia por el Covid-19, todos los días salía en busca del sustento gritando “raspas”, impulsando su carro de madera en el que colocaba los jarabes y la barra de hielo de aproximadamente 12 kilos o más, recorriendo las calles con pendientes de las colonias Obrera y Árbol Grande -entre otras aledañas- bajo los intensos rayos del sol o de la lluvia.
El originario del estado de Veracruz y ahora residente de Ciudad Madero, agradece a la comunidad que ha consumido su producto, “yo le agradezco bastante al público, a la gente que me apoyó, me ayudó durante estos años, muchísimas gracias a todos”.
Y es que no importa si perteneces a la generación de los baby boomers, “X”, millennialls o centennialls, las familias completas que habitan en las mencionadas colonias lo conocen, lo aprecian y le han comprado sus raspas en las temporadas de primavera-verano. En las que año con año el calor es más sofocante y la necesidad de algo refrescante no pasa de moda.
Al respecto menciona que “hay gente que tiene actualmente 45, 48 años y ellos se acuerdan que ellos me compraban cuando estaban en quinto o en sexto año de primaria, ahora ya tienen hijos de 20 a 22 años y aún así me siguen comprando”.
Si hay una palabra que lo define es la amabilidad y su buena actitud, cualidades que no se han ido a menos a pesar de las circunstancias, como la pérdida de su esposa y madre de sus tres hijos, además de la situación generada por la pandemia que limitó su trabajo, ya que parte de su venta la realizaba en las afueras de las primarias y secundarias de la zonas mencionadas.
Aunque sí continuará buscando el sustento diario con la venta de raspas, ahora lo hará desde su hogar en la colonia Emiliano Zapata del municipio petrolero.
Al cuestionarle cuál ha sido la mayor satisfacción que ha tenido realizando esta labor desde mediados de los años setenta hasta la época actual, añade que “me encuentro muy contento con el público porque aquí esta gente me ha tratado muy bien y hasta ahorita el último día de mi venta yo agradezco bastante de que me hayan ayudado”.
Con 7 décadas de vida, don Mauro, pertenece a esa generación de personas que nunca se detienen, que conocen el trabajo duro y que eso junto al amor de sus familias, los mantiene firmes y fuertes ante cualquier difícil circunstancia de la vida.