Hacerse a la mar con la bendición de Dios, como ocurre desde hace casi medio siglo, es una fiesta para Don Juan Morales Torres, quien ultima preparativos en su barco “Luis Leonardo II” para comenzar el miércoles 15 de septiembre, la corrida de camarón en el Golfo de México.
De pelo largo, entrecano y hablar pausado, el pescador de adolescente y ahora patrón del camaronero de Tampico es contundente y resalta que es esa su profesión del alma, la que la ha dado experiencias extraordinaria de vida e ingresos suficientes para su familia.
EN EL NOMBRE SEA DE DIOS
Descendiente de pescadores, solo cursó educación primaria, la que abandonó para trabajar junto a su papá a los 15 años, quedando desde entonces subyugado por el mar, al que ha ofrecido su vida entera, desafiando temporales furiosos, pero recibiendo satisfacciones enormes, como cuartos de refrigeración desbordados de frutos marinos.
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“En el nombre sea de Dios, dame salud y fuerza, que de los demás yo me encargo” reza don Juan cada vez antes de navegar y emprender periplos de 18 o hasta 40 días en el Golfo de México, en busca del preciado producto que por siempre ofrecen las aguas del Atlántico y alimentan una industria sostén económico de miles de familias en el litoral tamaulipeco.
En el muelle de la colonia Morelos, junto al río Pánuco, todo es movimiento. Hombres de todas las edad revisan las redes de pesca, soldan estructuras, revisan los cuartos de refrigeración y ultiman detalles de los barcos a menos de cuatro días de emprender la travesía y arrancar la “corrida”.
PESCA ABUNDANTE
Es hombre de confianza de la empresa donde labora, a la que se incorporó hace ya 22 años, tras la quiebra de la cooperativa pesquera “Camaroneros Tampiqueños” y resalta su responsabilidad mayor como patrón o capitán del navío, afrontar el mal tiempo y evitar golpes de marejada, para proteger la vida de sus siete acompañantes.
“Sino pesco no soy feliz, mi vida está en el mar y junto al timón” dice con sencillez en el pequeño espacio de seis metros de largo por casi tres metros de ancho, donde pasa muchas horas, en busca de la abundante cosecha, la que seguramente alcanzaran en esta temporada, tras cinco meses de veda.
ALISTA DESPEDIDA
En casa sus cinco hijos y 17 nietos alistan su despedida y como todos los años los pañuelos y banderines, con jubilo y buenaventura, le darán el hasta luego en la escollera de Miramar, porque saben navega feliz, en busca de la mejor pesca de camarón, que arranca a las 6 de la tarde del 15 de septiembre.