Con cinco kilos menos, tal vez más canas y muchas angustias es la nueva normalidad para don Alfredo Saldaña Mercado, quien pese a las adversidades mantiene el ímpetu de echar a andar su creatividad para el renacimiento de su negocio, la pequeña fonda “Mariscos Buzhan” ubicada en el centro histórico de Tampico, a la que le ha dedicado más de la mitad de su vida.
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El restaurantero desde hace 45 años deja entrever en sus ojos pequeños, casi cubiertos por el cubrebocas de color negro, el reflejo de la tristeza y para él, la tragedia que le sembró el encierro de más de 70 días por la impensada exigencia gubernamental de “Quédate en Casa” para proteger a la población del contagio del todavía galopante virus SARS-CoV-2.
Hombre de fe y creyente de un Dios todopoderoso, dice que pasó muchos días sin sueño, sin dormir, pensado en pagar el sueldo de sus dos empleadas, la larga y agobiante lista de compromisos y de enorme peso para todos los negocios inoperantes: renta, agua, luz e impuestos que nadie perdonó en estos tiempos de contingencia epidemiológica.
Ya está de regreso, el pasado lunes 1 de junio fue para él y su esposa Onésima Zamarrón que lo acompaña desde hace 40 años una fecha histórica, al salir del confinamiento para trabajar en su restaurante especializado en platillos de pescados y mariscos típicos de esta región porteña para comenzar de nuevo, como el primer día.
Las reglas de la primera fase del regreso escalonado, impuesto por Gobierno del estado, no son fáciles y nada será como antes, pues por lo pronto solo se podrá permitir el ingreso de 8 personas y ya no de 30 como ocurría en otros tiempos en su pequeño local de 3.5 metros de ancho por 18 de largo, sobre la calle Carranza en el corazón de la ciudad.
Sin embargo, agrega, le gustan los retos y pondrá en marcha su creatividad para recuperar clientela, mantener respirando su empresa y apegarse a las reglas sanitarias para proteger de la propagación del virus a sus consumidores, pero también a su esposa e hijo Sebastián, que tienen la responsabilidad de servir los alimentos y atender la caja en este negocio familiar.
“Llevé casi tres meses pensado que sucederá, deseando salir a la calle, que por mi edad no podría hacer tan fácilmente, pero quiero ser útil a la sociedad y comenzar como desde el primer día que emprendimos, con muchas ganas” comenta el tampiqueño.
El empresario de 69 años no se espanta ante los desafíos impuestos a la humanidad por el coronavirus, le esperan muchos gastos, pues agotó sus ahorros y le duele la falta de solidaridad del Gobierno, pero todos los días son para vivir y renacer y así ha reemprendido su camino de empresario truncado por la pandemia.
Comenzó como todos días, acudiendo a los mercados municipales a hacer sus compras de pollo, pescado y verduras para la elaboración de los platillos de precios asequibles, que ahora deberá promover con nueva energía y llevar a domicilio en la periferia del primer y segundo cuadro de este puerto jaibo.
El aprendizaje en esta alargada cuarentena ha sido mucho expone don Alfredo; “Me uní como nunca a mi familia, pero hoy tenemos que ser creativos para reincorporarnos y recuperar lo que estos días se llevaron”.
Sus ventas no llegan todavía al 50 % pero ha regresado con reinventiva para hacer florecer su empresa familiar y seguir prosperando en la restaurantería que lleva por siempre en su sangre.