La industria panificadora del sur de Tamaulipas no afronta su mejor momento. La pandemia triplicó la competencia desleal y los precios de energéticos, así como de materias primas mantienen una espiral alcista, mientras que el consumo de pan va en descenso por la pérdida de la capacidad adquisitiva de las familias.
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Estamos en una situación muy crítica y la llegada del calor hace más difícil la permanencia de los negocios formales, lo que nos obliga a sortear muchos factores adversos, los que desafortunadamente aceleraron el cierre de una buena parte de las panaderías establecidas, señaló Quintín González, presidente de la sociedad cooperativa La Flor de México.
Una de las asechanzas más difíciles es el incremento de la informalidad, pues en las colonias por cada negocio formal existen dos o tres que producen desde casa, precarizando la rentabilidad de los negocios que pagan impuestos y cubren salarios, resaltó.
A esto se suma la escalada alcista en gasolinas y gas, además del desabasto y encarecimiento de materias primas como harina y ejemplificó el caso de la manteca vegetal que hace dos semanas escaseó y encareció, mermando la capacidad productiva de los negocios.
Otro factor en contra es la llegada de la temporada de bajo consumo, ya que en el período de altas temperaturas la demanda entre las familias decrece hasta 50%, a lo que se agrega que los niños no salen a las escuelas, generado desde el año pasado una disminución en la compras, que tienen en la sobrevivencia a la industria, resaltó.
Alberto de la Cruz, propietario de la panadería “Deli”, agregó que en 2020 el gremio sufrió una caída del 40% en las ventas y aunque es un insumo básico de la alimentación de los mexicanos, no ha retomado en este año los niveles previos a la contingencia sanitaria.