Los dispositivos móviles han permitido que incremente hasta en 60% la adicción de los jóvenes a los videojuegos, lo que trae como consecuencia que las nuevas generaciones no desarrollen competencias sociales al forjar un carácter introvertido.
“Antes eran los videojuegos, una vez que se pudieron jugar en línea los acercó a generar más adicción hacia el dispositivo móvil, porque es más fácil cargar el celular que la consola y se vuelve más permisible de parte de los padres porque ellos no saben realmente qué están haciendo en el celular”, expresó la psicoterapeuta María Guadalupe Gutiérrez García.
El daño está, dijo la coordinadora general de la Semana de la Psicología en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, en que se tiene una generación de jóvenes “que viven aislados de los demás, con una comunicación mínima, porque se ha perdido al estar encerrados en el móvil, una vez que se afecta el canal de comunicación se daña la socialización y te vuelve introvertido”.
Lo recomendable es que los padres de familia delimiten el uso del celular a un máximo de dos horas al día, ya que de cada diez personas, nueve desarrollan un apego al uso de los dispositivos de bolsillo, lo que en los jóvenes traerá efectos negativos en cuestiones laborales y económicas.
“Hay ofertas laborales para esta generación, pero las competencias sociales no se pueden desarrollar si solamente se depende del dispositivo, así que sí puede llegar afectar el mundo laboral de las nuevas generaciones y por ende su situación económica, es por eso que los padres deben determinar máximo dos horas para su uso, basado en la necesidad y funciones de cada persona”, refirió la también catedrática.
Aunque el mayor problema está en los jóvenes, describió que la adicción de las tecnologías tiene diversas etapas, desde los niños que reciben el celular a modo de “distracción para que no molesten a los padres” hasta los adultos que lo utilizan con fines informativos y aunque, expresó, es necesario contar con uno en el bolso, también es imprescindible establecer límites para no perder el contexto familiar en la sociedad.