Tras dos meses de inactividad obligatoria, las 68 parroquias de la Diócesis de Tampico están en la inopia y la sequía de limosnas y donativos por la celebración de bodas, bautizos o primeras comuniones tienen en riesgo su sobrevivencia y la permanencia de empleados, señaló monseñor Elías Gómez Martínez, vicario general.
En algunos templos, los párrocos han tomado la decisión de elaborar comida para su venta a domicilio, otros se alimentan de sus familias o reciben la ayuda de benefactores, unos más viven de su “guardadito”, pero los ingresos no son suficientes para cubrir sueldos, pago de servicios, trabajos de mantenimiento o los ineludibles compromisos de cuotas de seguridad social, agregó.
“Estamos batallando mucho, pero aun así mantenemos acciones de ayuda y de recolección de despensas para llevarlos a las familias de mayor marginación en los sectores donde están ubicadas las parroquias”, señaló.
Dijo que desde finales de marzo pasado las oficinas parroquiales fueron cerradas a misas y celebraciones eclesiásticas que proveían de recursos económicos para los salarios, lo que dejó sin ingresos al grueso de los templos, que tienen entre uno y 10 trabajadores administrativos y de mantenimiento. Algunas, como las de Ciudad Madero, elaboran comida o se dedican a la venta de diversos artículos para hacerse de un poco de recursos, mientras llega el momento de reabrir las iglesias una vez superados los periodos críticos del contagio de Covid-19.