La pandemia llegó de pronto, generando de inicio un impacto impresionante. Los primeros días era imposible no mostrar temor ante la paralización del entorno, de la economía mundial y nuestra vida diaria.
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A un año de convivir con un enemigo que no vemos, pero sabemos que existe y ha fracturado familias y desmoronados patrimonios, hemos tenido que sobreponernos y aprender a convivir con el virus.
El sur de Tamaulipas se ha distinguido desde los años 50 por su gran movimiento no solo comercial, sino también social, en sus calles el impresionante tráfico en horas pico, la magnitud de las largas filas de coches y espacios de convivencia llenos.
Pero el Covid-19 cambió el panorama, fue impresionante ver la zona centro completamente desolada en días hábiles para el comercio, desaparecieron las horas pico y la calma llegaba temprano al primer cuadro.
Han sido semanas llenas de contrastes, la falta de trabajo, la fe de las personas que los motiva a salir a manifestar la creencia en un Dios; es así que la pandemia nos ha afectado a todos los seres humanos tanto en el aspecto económico, salud, emocional, social y laboral.
El Sol de Tampico ha captado con nuestra lente esta faceta de encierro, necesidad y cambios que invita a la reflexión sobre la vulnerabilidad del ser humano, mostrando que hay cambios que ni el dinero ha podido superar.
El Covid-19 llegó al mundo hace un año, arrancando desde la libertad para andar hasta la vida misma.
¿Cuándo desaparecerá?, no se tiene precisión, todo es incierto; lo único que se aprecia es que hoy la humanidad ha aprendido a crecer, guarda en su memoria esta situación que no tiene comparación y que la tecnología ha ayudado a sobrellevar.
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