Pese a las dificultades que enfrentan, cientos de personas ejemplares todos los días salen de casa para ganarse el sustento, el calor extremo no es un impedimento para dejar de trabajar, su oficina es la vía pública en donde han logrado ganarse la confianza de las personas.
Don Martín Hernández Soberanes y su pareja María Isabel Reynoso presentan una discapacidad motriz, sin embargo, la falta de movilidad en sus piernas no es motivo para que no puedan salir adelante, el objetivo de ambos es terminar su casa con las adecuaciones que requiere para que ellos puedan habitarla sin la necesidad de la ayuda de otras personas para realizar ciertas actividades.
Terminar una vivienda con las adecuaciones que requiere es el objetivo de ellos
Con la llegada de la contingencia sanitaria a la zona, cientos de personas perdieron sus fuentes de trabajo y esta pareja no fue la excepción, ya que con el cierre de los planteles educativos dejaron de vender frituras y algunas chácharas al exterior de los mismos.
“Vendíamos en las escuelas chácharas como collares, pulseras, plumas, frituras, pero con la pandemia las clases se suspendieron y nosotros ya no tuvimos dónde trabajar”, indicó.
Don Martín, señaló que tenía conocimientos para la reparación de calzado, por lo que ambos decidieron emprender este oficio; compraron la herramienta y todo lo que conlleva este oficio, como lo es el resistol, tintas, hilos, entre otros.
Comentó que anteriormente trabajaban desde casa; sin embargo, eran pocos los clientes que acudían, por lo que optaron por trasladarse a una pequeña plaza que se ubica en calle Cecilio Guzmán entre Agua Marina y Tarahumaras colonia Heriberto Kehoe a unos metros de la iglesia San Pedro Esqueda.
“Yo tenía noción del trabajo para reparar calzado y ya me empleé un tiempo y ya nos dedicamos a trabajar aquí, gracias a Dios nos sale para la comida, vienen los clientes, me piden trabajo, me piden mi número de teléfono”, aseveró.
Detalló que ya han pasado algunos años en este lugar en donde han encontrado a sus clientes, “estamos de 9:15 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde, hacemos de todo un poco, arreglo de suelas, cambio de color, tacones, poner hebillas, cierres en las mochilas escolares de todo un poco, gracias a Dios”.
Dijo que el objetivo de ambos es terminar su vivienda con las adaptaciones que requiere el tipo de discapacidad, por lo que un porcentaje que ganan trabajando lo destinan a lo que será su vivienda.
“Hemos sabido salir adelante, de hecho ahorita estamos terminando de acondicionar unos cuartitos que mis hermanos empezaron y nos los dejaron para que nos metiéramos a vivir, pero las casas normales tienen medidas estándar, regadera, los servicios sanitarios eso es para las personas como se dice normalmente, nosotros buscamos adaptarlas”, indicó.
La discapacidad no es un impedimento para salir adelante
Detalló que la discapacidad no es un impedimento para llegar a los objetivos que se trazan, “uno con discapacidad tiene que adaptar las cosas a uno, gracias a Dios nada más nos falta una puerta, vamos a tratar de conseguir vitropiso para ponerle a los dos pisos y un tanquecito de gas, nos regalaron una estufita de dos parrillas”.
Comentó que tiene 5 años con su pareja y han sabido adaptarse, al grado de que ella también ha aprendido de este oficio y juntos trabajan para ganarse el sustento diario.
“Gracias a Dios estamos en mejores condiciones que otras personas, no todos tenemos la misma discapacidad y la discapacidad la tienes aquí (en la mente) nos hemos topado personas que no nos toma en cuenta y cada quien su forma de ser, su forma de pensar cada quien”, externó.
Comentó que su padre falleció hace 4 meses, pero antes, le dejó un regalo, un carrito de madera el cual adaptó y para que no pesara tanto lo hizo de lámina y colocó 4 llantas de carretilla, el cual engancha en la parte posterior de la silla de ruedas y se va jalando hasta su casa.
Dio a conocer que sin importar las condiciones en las que se encuentran ellos, todos los días cuando se levantan primeramente dan gracias a Dios y le echan todas las ganas del mundo en sus respectivos trabajos y en la vida cotidiana.
Mantiene la ilusión de cotizar 500 semanas más ante el IMSS para tener su pensión
José Guadalupe Marín Treviño, está por cumplir 60 años y necesita conseguir un trabajo formal para poder cotizar 3 años y así poder pensionarse, él fue despedido de su trabajo hace algunos años y no ha podido encontrar otra fuente laboral.
Comentó que ante esta panorámica, buscó las formas de llevar el sustento a su hogar, motivándolo a buscar un espacio en una de las calles de la colonia Miramápolis para poner un pequeño taller de reparación de zapatos.
“Llegué a esta esquina por la necesidad de ganarme algunos pesos para cubrir las necesidades de la casa, a mí me liquidaron donde trabajaba en una compañía de seguridad privada y me quedé sin empleo, entonces me vi obligado a buscar el sustento para mi familia”, expresó.
Relató que además de ser guardia de seguridad combinaba el trabajo con la de un zapatero, por lo que empezó este oficio en la esquina que forman las calles Prolongación Circuito Tamaulipeco y Laguna del Carpintero, en el referido sector de Ciudad Madero.
“Empecé a batallar cuando llegó la pandemia, se escaseaba el trabajo y empecé a batallar porque ya voy a cumplir 60 años, pero no me dan trabajo por la edad, además de que perdí mi cartilla y he batallado, me cansé de buscar empleo y dije me voy a dedicar a esto que puedo hacer”, aseveró.
Don José señaló que su ilusión de pensionarse sigue encendida, pero para ello tienen que encontrar un empleo formal y cotizar el tiempo que le falta ante el IMSS, por lo que empezando el próximo año, ese será su objetivo.
“Aún no cotizo lo que me falta del seguro, espero para enero buscar una gasolinería, darle por ese lado para que me den trabajo en las mañanas y por las tardes seguir como zapatero. Es el proyecto que tengo para poder salir adelante y cotizar los 3 años que me faltan, que son 500 semanas”, expresó.
Comentó que en esta esquina ya lleva algunos años y ha encontrado a sus clientes quienes lo buscan y si no lo encuentran acuden a su domicilio para llevar el calzado a reparar.
“Solo somos mi esposa y yo, me conocen como José el zapatero, ya la mayoría de mis clientes saben en dónde vivo y cuando me quito de aquí van y me buscan a la casa. Ponemos tapas, tacones, boleamos, remaches, hebillas, los precios son muy económicos”, citó.
Hace malabares por la vida
Originario del Estado de México pero ya con varios años en la zona, Marcelino Javier Landa Bueno, se dedica a dar un espectáculo callejero con el que desde hace algún tiempo ha logrado sacar adelante a su familia.
“Oportunidades hay muchas, a veces no son para todos, solo para algunos cuantos, si no tienes estudios, tienes que darle a lo que sea. El hambre y la necesidad de mantener a la familia son los motivos que tengo para salir a la calle todos los días”, relató.
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A sus 31 años, mencionó que debe de llevar el sustento para su esposa y 6 hijos,
“aprendí por el hambre, un bote de leche y un paquete de pañales, esos fueron los motivos que me obligaron a aprender este oficio”.
Marcelino adaptó algunas maderas para hacer los malabares en las calles y avenidas; sin embargo, le metió un plus (fuego) para que el espectáculo fuera diferente a las demás que se presentan en otros cruces.
“Sí, me he quemado, pero gracias a Dios no ha sido nada grave. En cuanto a las ganancias es variado, un día me va bien y al otro me va mal”, finalizó.