Como destacado puerto y centro petrolero a inicios del siglo XX, Tampico era un sitio estratégico en el país, de ahí que durante los momentos más agitados de la Revolución Mexicana adquiere una gran relevancia entre las fuerzas en disputa y en la ciudad se desatan enfrentamientos que llenaron el aire de pólvora y sangre.
Para el investigador Francisco Ramos Alcocer, debemos tener en cuenta que la población estaba aterrada ante el estallido social, incluso mucho antes de que diera inicio el 20 de noviembre.
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Desde semanas atrás se hablaba de “rebeldes” dispuestos a cometer las peores atrocidades. “Se decía que robaban, que violaban; en el puerto la gente entró en pánico”, explica.
“La gente estaba aterrada", así fue la Revolución en Tampico
Para diciembre de 1913, el movimiento armado arriba a Tampico proveniente de Ciudad Victoria. La población queda en medio de la batalla entre los rebeldes revolucionarios y las fuerzas militares a la orden de Victoriano Huerta.
Ramos Alcocer afirma que ante el miedo de la población, en especial de los comerciantes, acceden a dialogar con las fuerzas federales para que les presten armamento y puedan defenderse.
Será hasta el 25 de marzo de 1914 cuando el conflicto escale con un segundo ataque al puerto, el cual tiene lugar en lo que ahora encontramos la colonia Las Flores".
Eran revolucionarios que estaban en Veracruz; eran bien bravos dispuestos a tomar el puerto de Tampico, porque quien lo tomara se hacía del poder económico de una aduana, es decir, de recursos, y una guerra sin dinero no sirve de nada”, señala el investigador.
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Caían de un bando y de otro durante los enfrentamientos
Otros enfrentamientos en Tampico, uno de los últimos puntos donde Huerta ejercía poder en el noreste del país, era común que hubiera bajas de ambos lados. Ramos Alcocer señala que con frecuencia los niños robaban los rifles de los muertos para venderlos por unos centavos.
Para el 13 de mayo se da otro ataque por parte del ejército carrancista. Como era sabido que Victoriano Huerta estaba perdiendo bastiones, los porteños temieron lo peor.
Pensando que quizá vendrían dispuestos a arrasar con la ciudad, un contingente de comerciantes negoció con los revolucionarios y acordaron financiar las actividades de los rebeldes a cambio de no ejercer violencia contra ellos o sus negocios en una especie de “préstamo forzado”.
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“De manera que cuando la comitiva de la Ciudad de México llega al puerto, se les pide no hacer destrozos.
Entonces todo sucedió en calma y las fuerzas militares de Huerta se fueron. A nivel nacional comienzan a caer las plazas de los huertistas y después se da la ruptura entre Villa y Carranza”, explica Alcocer.