Una moda entre las nuevas mamás en Tampico y la zona que está tomando mayor fuerza es comerse la placenta, el tejido es tomado de manera inmediata tras dar a luz y convertido en cápsulas, lo que a decir de personas afines a esta práctica trae diversos beneficios.
La placenta es el órgano que mantiene vivo al bebé hasta su nacimiento, ya que le suministra alimento y oxígeno, ubicada en la cara interna del útero, misma que se extrae cuando se da a luz y que de acuerdo a las normas de Salud, se debe de entregar a la madre.
“Todos los mamíferos se comen su placenta, porque es algo natural, se regresa al cuerpo lo que se pierde, ha tomado fuerza porque son muchas estrellas de la farándula han hecho esto, pero no es nuevo, data de muchos años atrás, solo que no estaba tan difundido”, dijo María Astrid Pacheco Torres, terapeuta placentaria.
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Pacheco es la primera tamaulipeca en brindar el servicio de placenta “para comer”, al fundar “Orgánico” mediante el cual ofrece este servicio, que se ha popularizado en el mundo.
¿CÓMO SE PROCESA LA PLACENTA?
En entrevista con EL SOL DE TAMPICO, la experta placentaria explicó que existen dos modos de preparar la placenta para su consumo: cocción y deshidratación.
En el primero se coce la placenta, posteriormente se deshidrata y se realiza la liberación de bacterias; en el segundo se realiza la deshidratación de manera directa, para la liberación de las bacterias.
Al pasar por una deshidratación, la placenta se libera de las bacterias quedando únicamente los nutrientes, en un tejido tipo masa que comienza a procesarse para convertirse en cápsulas.
Este tejido se corta por capas, se separa entre lo que sirve y lo que no, al detectar las calcificaciones que pueda tener, lo que no esté calcificado se troza en pedazos pequeños, quedando una masa.
Esta masa, de tejido seco al liberarse del agua y microbios que contenía tras el nacimiento del bebé, se muele hasta convertirse en polvo y posteriormente se encapsula para consumirse como un multivitamínico.
El proceso de deshidratación lleva de 14 a 16 horas, donde el calor acaba con los microbios que la placenta pueda tener, por lo que en un plazo máximo de 48 horas se tienen las cápsulas para ingesta.
CUANTO VIVE EL TEJIDO...
La decisión de comerse la placenta se debe tomar antes del nacimiento, la recomendación de la entrevistada es entre la semana 25 a la 30, notificando al hospital para la recolección de este tejido de manera inmediata al dar a luz.
El tejido placentario tiene una vida de un año, si este se congela de manera inmediata, ya que se requiere que el tejido siga vivo para poder procesarse garantizando las vitaminas que este contiene.
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Cada placenta es diferente, dependiendo de la alimentación, altura, peso y condiciones de la salud de la mamá, por lo que pueden llegar a pesar desde 500 a 800 gramos, en medida de esto, serán las cápsulas que se obtengan que van desde 100 a más de 350.
Para mujeres que enfrentaron una césarea la indicación son dos pastillas diarias y si se convirtieron en madres por medio de parto vaginal, es una pastilla diaria.
¿QUÉ BENEFICIOS TRAE?
Pacheco Torres asegura que el comerse la placenta “te da una energía increíble, por las altas concentraciones de hierro que contiene y que se pierden en el proceso”.
De acuerdo a lo expuesto, el consumo de la placenta previene la depresión posparto, además que mejora el apego con el recién nacido, la producción de la leche materna, bajar de peso y ayuda a que los órganos regresen a su tamaño natural de manera más rápida.
La única contraindicación es para aquellas mujeres que son diagnosticadas con placenta previa o con sufrimiento fetal, en estos casos no es recomendable el consumo de placenta.
“Si se tiene un embarazo normal, se puede hacer, lo único es que se pide al hospital que no se le ponga nada a la placenta, para conservar sus nutrientes, por eso se tiene que decidir antes del nacimiento, ayuda a controlar todo lo que las mujeres sufren en el posparto, es bien efectivo”.