Desafiando el asedio de inspectores municipales comerciantes de palmas se las ingenian para vender sus productos en las inmediaciones a la Catedral porteña.
La presencia de los vendedores se ha convertido en un juego; los retiran de un lado y se reinstalan en otro, ya sea en bicicleta o en la banqueta instalan sus palmas y flores adquiridas rápidamente por los compradores que no respetan la sana distancia ni tampoco usan guantes y cubrebocas
Aunque agentes a bordo de las patrullas de tránsito les hace la invitación para que utilicen los aditamentos y permanezcan distantes unos de otros la gente omite las medidas.
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