En tiempos de pandemia, donde las actividades presenciales se han visto limitadas ante el riesgo de contagios, los seres humanos hemos tenido que adaptarnos a nuevas normas de convivencia.
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Sin embargo, “somos seres sociales por naturaleza, requerimos la interacción con otras personas para desarrollar las habilidades socioemocionales, tales como la comunicación asertiva, la empatía, la autorregulación y trabajo en equipos, entre muchas otras. La falta de interacción podría afectar el desarrollo de estas”, explicó Diana Silva, máster en Terapia Familiar.
Niños y jóvenes que acostumbraban diariamente encontrarse con sus compañeros y maestros en las aulas también han tenido un impacto en sus hábitos y desde el punto de vista psicológico, esto podría facilitar o desencadenar conductas antisociales.
“Con 13 meses de confinamiento, las niñas, niños y jóvenes reportan un incremento de estrés y aburrimiento que puede agravar las conductas hostiles de quienes ya las presentaban o pueden aparecer en quienes mostraban un comportamiento aceptable en clases presenciales”, manifestó Lizbeth Cruz Rodríguez, máster en Terapia Familiar y de Pareja.
Al respecto, destacó que la educación virtual puede aumentar la frecuencia de victimización por ciberbullying, pues al usar un medio impersonal, “se facilita la desinhibición de la agresión, además, prácticamente los agresores no tienen consecuencias”.
LOS MÁS VULNERABLES
Tras lo anterior, añadió que en México aún no se cuentan con estadísticas respecto de las edades de mayor vulnerabilidad y comentó que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en nuestro país 23.9% de las personas de 12 años o más fue víctima de ciberacoso al utilizar internet en 2019.
Aunque se carece de datos, indicó que diversos estudios científicos han revelado que las y los agresores eligen a sus víctimas por características tales como la introversión, baja autoestima, problemas de aprendizaje o, por el contrario, por ser más inteligente que el promedio, por tener discapacidad física o psíquica y por pertenecer a un grupo étnico, religioso, cultural o de orientación sexual minoritario.
Cruz Rodríguez también recordó que, en 2020, la empresa L1ght, encargada de detectar y filtrar contenido abusivo y tóxico en línea, reportó que el discurso de odio entre los niños y adolescentes aumentó un 70% desde que comenzaron las clases en línea por contingencia sanitaria, “de tal manera que un gran porcentaje de niñas, niños y adolescentes se encuentran expuestos a la violencia cibernética”.
En este sentido, Diana Silva señaló que los niños que no tienen supervisión de un adulto en sus actividades virtuales pudieran ser los más expuestos, “también aquellos niños que tienen dificultad para comunicar lo que les pasa, que tienen poca asertividad, que son inseguros o ansiosos”.
CÓMO LOGRAR QUE CONFÍEN EN NOSOTROS
Respecto a qué hacer para que nuestros hijos, nietos o hermanitos confíen en nosotros y nos reporten este tipo de actos en su contra, Cruz Rodríguez recomendó mostrar empatía, comprensión y ofrecer recursos didácticos con los que se pueda abordar el tema del ciberbullying (cuentos, videos o videojuegos) e identificar los distintos roles.
“No solo se trata de proteger a los peques de ser víctimas, sino de evitar que sean agresores u observadores pasivos”, remarcó la terapeuta quien comentó que “muchas veces ni los niños ni los adolescentes dicen algo por miedo. Los adolescentes, en ocasiones lo platican con sus amistades más cercanas. Por lo tanto, la diferencia se hace generando un ambiente de confianza y comunicación libre de juicios, críticas o burlas al interior de la familia”.
En este sentido, también señaló necesario hacerles saber que no serán castigados ni se les retirarán sus dispositivos por revelar el acoso, “recordemos que en este momento las redes sociales son el único medio de socialización que tienen”.
PERMÍTELES APAGAR LA CÁMARA
"A muchas víctimas de ciberbullying les ahorrarían muchas molestias si se les permitiera tener su cámara apagada durante las clases, para lo cual es necesario llegar a acuerdos con el personal docente”, esto debido a que cualquier postura, gesto o escenografía en casa de la víctima puede ser objeto de burla para los acosadores", refirió Cruz Hernández.
Además, señaló que se puede enseñar a las víctimas que está bien no contestar los mensajes de acoso porque eso podría aumentar la interacción de ofensa, al mismo tiempo que se les enseña a pedir ayuda.
“Así mismo, se les ha de enseñar a no participar ni fomentar las burlas por redes cuando otros lo hacen. Estos chicos pueden decidir reportarlo a las autoridades educativas o comentarlo con sus padres”, destacó la entrevistada para EL SOL DE TAMPICO. Algo muy importante es que no solo las víctimas requieren ayuda, también los victimarios. “Si nos damos cuenta de que nuestro hijo es el acosador, es urgente intervenir con ayuda de un profesional. Puede ser un psicólogo, terapeuta, el maestro tutor u orientador, o el directivo del colegio”.
TODO CAMBIÓ, HAY QUE ADAPTARNOS
Tanto Diana Silva como Lizbeth Cruz coinciden en que la pandemia nos ha cambiado la forma de vida, por lo que nuestras prácticas de crianza y educación también deben evolucionar para cubrir las demandas del mundo moderno. Frente al ciberbullying ambas expertas señalan que esta práctica afecta la salud mental y el desarrollo de los menores de edad, generando en las víctimas incluso cuadros de depresión, ansiedad, estrés en alto grado y en los peores casos deriva en suicidio.
“En definitiva, la familia se ha de mantener vigilante para evitar y erradicar el ciberbullying desde casa, ya que las consecuencias de este fenómeno son muy graves”, concluyeron para EL SOL DE TAMPICO.