Casa Fernández una joya arquitectónica

Ubicada en la calle 20 de Noviembre, de la zona centro de Tampico, Casa Fernández sigue atrayendo las miradas de turistas y locales.

Eugenia Gómez

  · miércoles 3 de julio de 2019

Ubicada en la calle 20 de Noviembre, de la zona centro de Tampico, Casa Fernández sigue atrayendo las miradas de turistas y locales. A casi un siglo de su construcción, su belleza se mantiene intacta.

“Arquitectónicamente es una belleza, es una casa que parece mandada hacer por catálogo; sin embargo, fue construida al gusto de la señora Heliodora Viñas de Fernández”, explica el director del Centro Cultural “Viva la Cultura”, espacio destinado al arte que desde el 2016 encontró su hogar entre las antiguas paredes de este inmueble histórico.

“Se sabe que su construcción inició a finales de 1924 y terminó a principios de 1927. Fue diseñada por el ingeniero tampiqueño Bartolo Rodríguez y en un comienzo la llamaban “La Casa del Pastel” debido a la cúpula que se observa en su parte superior”, describe en entrevista para El Sol de Tampico.

Aunque el matrimonio Fernández mandó construir esta espectacular obra, fue la Sra. Heliodora quien en compañía del experto diseñó cada detalle, desde las molduras en los techos hasta los mosaicos que 92 años después permanecen en el lugar, “en esa época el municipio puso una placa en la parte de afuera donde se leía “Residencia oficial de la señora Heliodora Fernández, no mencionaba siquiera al señor porque ella era la protagonista de la historia.

Sin embargo, cabe recordar que el Sr. Luciano Fernández fue un exitoso comerciante que tras asociarse con el Sr. Ángel Sáenz de Trápaga, dueño de la Ferretería “El Comanche”, decidió mudarse a esta región. Ellos tuvieron 9 hijos en este sitio, de los cuales 2 fallecieron y 7 llegaron a la edad adulta, “antes de la década de los sesentas ellos todavía residían aquí, luego la rentaron a familiares cercanos y, por un período, en los ochentas, una de las herederas vivió aquí”, menciona Jorge del Ángel.

Lujo y elegancia, el buen gusto de una familia

“Para la época representó una inversión muy grande porque es una de las primeras casas que se hizo totalmente con los techos de acero. Fue muy novedosa y muy costosa, los materiales de gran calidad y es por eso que sigue de pie a punto de cumplir los cien años”, asegura el entrevistado.

A la par, enumera algunos rasgos que hicieron del inmueble algo majestuoso, “cada habitación tiene un piso diferente, son losetas hidráulicas de 20x20 que ya no existen, se hicieron de forma artesanal de uno por uno. Además, las molduras que hay en los techos, cada rosa, cada hoja y cada fruta, estuvieron pintados de su color real, es decir, las flores eran rojas, las hierbas era verdes, las almendras cafés, era impresionante, pero por comodidad se decidió darle a todo un mismo tono”.

En este sentido, cabe señalar que cuenta con un total de 12 habitaciones, entre las que destacan tres recámaras con baños completos, los cuales se conservan en su estado original. En sus casi 500 metros cuadrados de construcción hay un sótano con casi las mismas dimensiones que la casa, “tenía una alberca que fue tapada, pero aún existe un chapoteadero funcional y un pozo de agua en el patio central que está casi intacto”.

Una de las piezas más icónicas de este recinto es el espejo ubicado en el salón principal, mismo que nunca se ha movido y que fue confiado por Graciela Fernández a los encargados de preservar temporalmente el inmueble.

Preservación y cuidado

Jorge comenta que la casona ya forma parte del Registro Estatal de Edificios con Valor Histórico Cultural y Artístico del Estado de Tamaulipas, “está protegida, no se le pueden hacer adecuaciones más que algo de pintura y mantenimiento a techos; pero las puertas aún son de la madera original, se ha mantenido el lujo de la época, se conservan hasta las cerraduras de las puertas y los armarios son los originales, la madera no se ha apolillado a pesar de sus casi 100 años”.

Al respecto, agrega que se ha tratado de vender, pero no se ha llegado a un acuerdo debido a su valor incalculable y a que la persona que la adquiera deberá mantenerla como un lugar histórico sin modificaciones.

La diferencia entre el resto de los edificios y casas antiguas que han caído en el olvido, Casa Fernández ha sido la “suerte”, así lo indica el entrevistado quien remarca que “la diferencia que pudiéramos marcar es que esta casa ha sido afortunada de tener a las personas ideales, que han sabido apreciar el arte y la historia que en ella se representa”.

Finaliza remarcando que no solamente fue habitada por la familia Fernández, también se ha rentado, fue sede de la Secretaría de Cultura y posteriormente estuvo abandonada porque la misma familia no quería dejarla al cuidado de cualquiera, “la familia Fernández siempre ha estado a favor del arte y la cultura, al ser dueños de un ícono de la ciudad han tenido la delicadeza de cuidar su joya arquitectónica”.