Guerrera de mil batallas, quien encuentra en su familia la mayor fortaleza para encarar las adversidades, esa es Beatriz Santos de Maldonado, una mujer de fe inquebrantable y fortaleza de acero, quien en tres ocasiones ha salido avante de padecer cáncer de mama.
Madre de Alfredo, Beatriz Eugenia y Adriana María, a quien llama sus bebés, a quienes ha visto crecer, desarrollarse profesionalmente y como padres, convirtiéndola en una amorosa abuelita de ocho peques.
Estuvo con el amor de su vida a quien acompañó en la enfermedad y en la plenitud de su profesión, el Dr. Alfredo Maldonado y a quien dijo adiós hace unos años.
¿La vida es justa?, se le cuestiona a Beatriz, quien sin reparo asegura que “la vida es para vivirse, para aprender, disfrutar y crecer”.
DEL TABÚ A LA ERA MILLENIAL
En el año 1985 le diagnostican cáncer de mama, enfermedad considerada tabú en esa época, pero con gallardía lo encaró desafiante y orgullosa, en momentos con temor pero confiada de poder vencerlo.
“Tenía 41 años, yo me considero una mujer fuerte y se me vino el mundo encima, pedía vida e hice lo que tenía que hacer, me quitaron todo (las mamas)” recordó Betty, quien aseguró que “en aquel entonces sí había mucho tabú, la gente no quería que se supiera que tenían cáncer”.
Lo ocultaban “no hablaban de eso, yo sí, yo lo decía, se me abrían las puertas y a veces se me cerraban pero no lo iba a negar, yo estaba viviendo así por qué lo tenía que ignorar”.
Logró superar esa fase inicial, pero diecisiete años después regresó, en esa ocasión fue más sencillo el tratamiento “la primera vez me traté en Estados Unidos, aunque me hice la operación en el Seguro Social, para la segunda fue todo en México, fue más sencillo había más medicamentos”.
Hace cinco años fue la tercera ocasión, siendo la edad el principal enemigo, su cuerpo resintió las quimioterapias, pero fueron sus nietos la principal motivación para salir adelante.
“Yo siento que Dios me tiene aquí y aquí estoy, la primera ocasión tenía a mis hijos chiquitos -de 4 a 11 años-, pedía vida para mis hijos; la segunda ya tenía una hija casa y un nieto, no me quería perder a mi nieto y a luchar de nuevo; esta última pensaba en mis niños, que me traen enamorada” expuso.
La sola palabra cáncer es dura, “tengo 75 años, puedo decir que me voy a considerar una guerrera por que lo he vencido tres veces y lo voy a seguir venciendo si se aparece” dice determinada.
UNA VIDA CON CÁNCER
La primera ocasión su marido, el doctor Alfredo Maldonado, era subdirector del Seguro Social, lo que hizo la batalla más difícil.
“Al ser mi marido doctor era más difícil el proceso, él quería lo mejor para mí, pero también habíamos pasado por una enfermedad con él y mis hijos eran unos niños, yo le pedía a Dios que nos dejara a uno de los dos. Pero en la segunda ocasión mi marido había fallecido, tenía que estar con ellos” refirió.
Amigo, le dice al cáncer, “por qué hemos vivido muchos años juntos, mi vida con él es vivir, vivo sin pensar que tuve cáncer, vivo mi vida normal, esta última vez lo único que pedía era soportarlo, aquí sigo, entonces si se puede una vida con cáncer”
Lo más difícil es explicar la situación a los hijos pequeños, quienes muchas veces desconocen de la enfermedad y sus implicaciones.
LAS TRES VECES ELLA LO DETECTÓ
Cuando tenía 17 años vivió la muerte de una querida prima de 22 años a causa de esta enfermedad, dejando dos hijos huérfanos, lo que hizo prometerse que siempre iba a explorarse los senos.
“El cáncer no duele, cuando duele es que estás invadida, por eso deben de revisarse, yo me detecté las tres veces el cáncer por las revisiones periódicas que me hago, cuando me di cuenta que tenía cáncer fue en etapa dos, etapa uno y etapa tres” conminó. Betty está consciente que alguno de sus hijos puede presentarlo, por lo que desde niños les enseñó no únicamente a enfrentarlo sin miedo, sino a vencerlo “hay 70% de que mis hijas lo padezcan, lo único que les digo es que hay que explorarse y hasta la fecha están bien; igual mi hijo hombre”.
LA DEPRESIÓN, EL MAYOR ENEMIGO DE TODAS
Lo único que lamenta hoy es que a pesar de que se ha convertido en orgullosa vocera del cáncer y aún cuando el 'tabú' entorno al tema se ha logrado erradicar, sigue llevándose la vida de miles de mujeres, quienes se ahogan en la depresión ante el fantasma de la muerte que ostenta la enfermedad.
“Saber si vas o no a morir es lo más difícil, tengo amigas bajo tierra por no quererse ver al espejo y por que los maridos las rechazan cayendo en depresión, es lo peor que uno puede hacer deprimirse, hay que luchar para poder vencerlo” expuso.
Recomendó que: “si tienen familia piensen en sus hijos, que es lo principal, no piensen en ellas mismas por que tus hijos te necesitan aunque sean grandes, hay que echarle ganas y nunca decir no puedo”.
Desde la década de los 80's es aliada del Dr. Arturo Romero Vega quien le pidió ayudara a convencer a mujeres enfermas a operarse “esa fue mi misión y lo sigue siendo, por que yo no llevo la muerte yo llevo vida”.
Le entristece que pese a los avances científicos las jovencitas con cáncer sigan falleciendo “pido al gobierno las ayude, también hay gente que no tiene posibilidad de reconstruirse sus mamas y se ven en depresión por que no logran verse ante el espejo”.
A sus 75 años de edad le ha dicho 'adiós' al cáncer, para enfrentar las secuelas de las batallas como problemas en los riñones, el corazón y afectaciones en la tiroides, pero pese a todo y asida a su fortaleza sigue firme pidiendo todos los días más vida, simplemente para amar .