Calificado en la década de 1950 como “un espléndido balneario, moderno y con arreglo a la exigencia de la hidroterapia y la recreación”, los baños Freige, el primer vapor en toda esta parte del país marcó una época en varios tiempos del puerto.
Primero como punto de reunión de la élite cosmopolita, después como centro de acondicionamiento físico y más adelante como un servicio indispensable para deportistas, políticos y personajes destacados de la élite porteña.
EL ANTECEDENTE DE LOS SPA SITUADOS EN LA ZONA
Ubicado en la esquina que hace la calle 20 de Noviembre y Francisco I. Madero, en el primer cuadro de la ciudad, este primer spa de Tampico fue inaugurado el jueves 5 de diciembre de 1950 y desde que abrió sus puertas maravilló a la población por su acondicionamiento y servicios que brindaba.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
Ahí se ofrecían de acuerdo con un anuncio de la época de 1960: “Baños de tina, regadera, alberca con agua corriente, renovada a diario; baños turcos y rusos, sala de masaje con los mejores profesionales, baños medicinales; gabinete para pedicurista, con el personal más capacitado y todo cuanto puede ambicionar el más exigente de los bañistas”.
El propietario del balneario, Alejandro Freige, había llegado al puerto de Tampico en el año 1921 para trabajar en la tienda de un familiar, poco a poco fue encontrando sus propios negocios hasta lograr administrar un hotel que se ubicó en la calle Francisco I. Madero, “El Palacio” donde instaló unos baños con agua caliente que fueron un gran éxito, lo que le dio la idea de realizar un negocio que se dedicara exclusivamente a este servicio.
RUSOS, TURCOS, MASAJES, PISCINA, ENTRE OTROS
Por insólito que parezca, baños Freige daban primero servicio solo a varones, teniendo que adecuar varias áreas después para mujeres, pues la demanda de los servicios hizo que el balneario se ampliara a este sector de la población que también quiso vivir la experiencia de los vapores al comenzar a ser populares en diversas partes de México.
“Se entraba por la calle 20 de Noviembre a una puerta de hierro forjado que daba a una sala de espera, donde sobresalía un tapete de estilo español, realizado por la Real Fábrica de Tapices y más adelante se encontraba la escalera que conducía a la recepción, donde se ubicaba un gabinete con un amplio surtido de jabones, perfumes y cremas, además de toallas de todos tamaños”.
Señala el investigador Francisco Ramos Alcocer, quien menciona que de acuerdo a las descripciones que se tienen del balneario, después de la recepción se ubican dos puertas, una conducía a la piscina, que dejó de funcionar a finales de 1980 y otra daba a los distintos departamentos de los baños rusos y turcos generales e individuales, la sala de masajes y las duchas individuales.
POLÍTICOS, DEPORTISTAS Y EMPRESARIOS FUERON SUS CLIENTES
“La idea de los baños de este tipo tuvo su auge cuando en las casas no se contaba con este tipo de servicio, pues el agua potable no se tenía como ahora ni los calentadores de agua eran comunes, por lo que conforme fue llegando la modernización los baños fueron poco a poco decayendo y su operación se volvió más complicada”, afirma.
Durante muchos años fue común ir a departir a los baños Freige, pues fueron un punto de reunión al ser el único en sus servicios, llegando a cerrarse incluso diversos negocios en sus vapores, pues hombres de negocios, políticos de alto nivel y deportistas estaban entre sus principales clientes por el servicio profesional que se brindaba ahí.
QUIROPRÁCTICO FAMOSO
Entre los grandes masajistas de esa época de los baños Freige está Juan González, "La Chiva", que se hizo famoso por “arreglar” torceduras y esguinces al tener una gran habilidad como quiropráctico y era de los más buscados, pues estuvo durante mucho tiempo trabajando ahí y cuando se cerraron se fue a dar sus servicios al mercado municipal.
Baños Freige fueron perdiendo su gran esplendor con la modernidad y la llegada de alternativas para los servicios que ofrecían y con la llegada del nuevo siglo, cerraron sus puertas en el año 2005; su propietario Alejandro Freige terminó vendiendo el predio y el elegante edificio fue demolido, teniendo que excavar los nuevos dueños varios metros al estar las enormes cisternas enterradas, terminando así toda una época del Tampico cosmopolita.