Las huellas que el tiempo ha dejado en su rostro son signos deun pasado ajetreado, de vaivenes que hoy a sus 80 años de vida leestán cobrando factura, dice Agustín Hernández, un hombreoriginario de San Ciro, en la zona de la Media Luna, en el estadode San Luis Potosí, que ha pasado la mayor parte de su vida en elestado de Tamaulipas, en donde ha desempeñado los últimos añoscomo vendedor de semillas.
Padre de siete hijos, que procreó con la mujer con la quevivió durante muchos años en unión libre y de la que finalmentese separó por motivos que ya no recuerda.
De semblante apacible, este hombre dedica actualmente parte deldía a la venta de cacahuates, semillas de pipián y semillas degirasol para poder subsistir, pues afirma que lo que dan losprogramas sociales del gobierno no alcanza para nada, por eso tieneque seguir trabajando, ya que tampoco cuenta con una pensión.
Recuerda que su vida laboral comenzó hace ya muchos años en elrancho “La Escondida”, en donde su papá y sus hermanoslaboraban, pero sonriendo dijo, “bueno yo trabajaba ahí unosdías y luego me salía a buscar trabajo en otras partes endiversos oficios para ganarme unos pesos”.
Con nostalgia, ahora ve cómo los jóvenes tienen mayoresoportunidades de trabajo, con buenos ingresos, con sus prestacionesy pueden tener un desarrollo, además de aprender un oficio.
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Contó el tiempo que trabajó en Tepic, cuando se construyó laplanta termoeléctrica “Aguamilpa” que entró en operación enel año 1994, periodo en el que rondaba los 50 años de edad,cuando, dijo, aún se sentía fuerte para hacer los trabajos dealbañilería en los que participó.
Agustín Hernández contaba parte de su vida mientras disfrutabade la sombra de un almendro, junto a un triciclo de carga en el quetrasporta sus semillas y en el que también guarda una muleta dealumnio con la que se ayuda para caminar.
Dijo que se vino a vivir a esta zona sur de Tamaulipas hace yacuarenta años, y desde entonces se ha dedicado a la venta dediversos productos, “yo he vendido de todo tipo de productos,siempre me he dedicado al comercio, de donde me he sostenidoeconómicamente”.
Platica que durante el día se dedica a vender sus semillas ypor la noche cuando regresa a la casa donde vive y paga renta,comienza el trabajo de empaquetar en la presentación en la quevende los cacahuates, las semillas de girasol y de pipián para eldía siguiente.
Hoy este hombre recorre las calles del centro de Altamiraganando el sustento diario con la venta de semillas y coincide queel próximo día 28 de agosto, Día del Abuelo, cumplirá los 81años de vida.
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