Apenas se asoman los primeros rayos del sol y Carlos Vázquez comienza su caminata, lenta y minuciosa. Avanza sobre la arena de playa Miramar empuñando su detector de metales en busca de algún tesoro enterrado.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
Camina lento, tomando café, sin percatarse del trayecto que va dejando atrás, acumulando pasos y kilómetros, donde las horas pasan sin darse cuenta, hasta que la piel quemada reclama un poco de sombra para reponerse del embate del sol.
Además de médico, Carlos ha encontrado en la búsqueda de metales o tesoros un pasatiempo del que verdaderamente disfruta y que si bien es cierto no ha encontrado ningún cofre de oro, si ha logrado salvar a varios de cortadas.
“Lo que más saco son clavos o pedazos metálicos que si pueden generar daño a los pies de niños o adultos, por eso además de un pasatiempo esto lo tomo como un servicio a mi playa y a la comunidad”, dijo a El Sol de Tampico.
El detector de metales lo compró por e-commerce, siendo el más básico variando los costos, dependiendo de la capacidad de ubicación y la profundidad en la que pueden encontrar fragmentos de metal, yendo los precios en Mercado Libre de 600 hasta los 18 mil pesos.
Aunque va concentrado en la detección del aparato y el timbre que emite en búsqueda de aleaciones o minerales, para Carlos no pasa desapercibida la brisa, el sonido de las olas y los amaneceres o atardeceres que la mayoría se las veces se convierten en el más valioso tesoro que encuentra en estas búsquedas a orilla del mar.