A 62 años del huracán Hilda

Juan José Capi

  · martes 19 de septiembre de 2017

Profundo e indeleble es el recuerdo del huracán “Hilda” enesta región Huasteca del país, donde el 19 de septiembre de 1955se cumplió la leyenda tenek de devastación y purificación de latierra por medio de la lluvia. Sesenta y dos años y el sonido delembravecido Pánuco arrastrando casas, árboles, animales ypersonas -vivas y muertas-, sigue tronando en los oídos de quieneslo vivieron.

Se tenía la experiencia del ciclón de 1933 -cuando losciclones no tenían nombre- pero 22 años después el noreste deMéxico fue sacudido por tres huracanes, llovió más de un mes loque hizo que los ríos estuvieran rebasados en su capacidad.

Los locales eran escépticos de los pocos avisos que recibíansobre la furia de la tempestad que se aproximaba, por lo que senegaron a salirse de sus casas, comenzando a sellar puertas yventanas con madera y láminas.

Pero cuerdas, clavos y tornillos no fueron suficientes paramantener en pie las viviendas que una a una sucumbían ante lafuerza del meteoro, mientras que el agua subía hasta dejar bajo elagua más del 70% de la región.

A las 10 de la noche del 19 de septiembre lo que se veía comouna gran fantasía era una terrible realidad, comenzando laevacuación de zonas bajas y los más acaudalados a hospedarse enhoteles del puerto.

El viento fue poderoso devastando todo a su paso, mientras quebajo el agua quedaron unas 3 mil víctimas mortales en el sur deTamaulipas y 12 mil en toda la Huasteca.

El río arrastraba desde árboles hasta casas y muertos, loscuales pasada la emergencia eran amontonados en la zona de La Barrade Ciudad Madero e incinerados mientras que en la zona del muelleun barco encallaba.

Pasado el temporal quedó al descubierto la destrucción, lafalta de comida, superando la tragedia al Ejército Mexicano, alEstado y al municipio, por lo que fue hasta el arribo de la FuerzaAérea de los Estados Unidos, al mando del contralmirante Miles,que colocaron en el Country Club su centro de operación desdedonde salían las expediciones de salvamento.

En helicópteros tipo banana, que se usaron en la guerra contraCorea, sobrevolaban las zonas afectadas salvando a gente que pordías estuvieron en árboles, techos de casas y pequeñosislotes.

Los llamaron “Ángeles” que en los pájaros de acerollevaron latas, agua, comida suficiente y esperanza a quienescreían que morirían en zonas de Tamazunchale, San VicenteTancuayalab, Ciudad Valles, Estación Manuel, Tópila, Pueblo Viejoy Ozuluama.


Fondean “Saipan” y“Siboney”


A ocho millas de la costa del sur de Tamaulipas fondeó elgigante portaaviones “Saipan” de la Marina de Guerra de losEstados Unidos, era el mediodía del 2 de octubre de 1955, trecedías después del impacto del huracán “Hilda”, privando en lazona un ambiente de desolación ante la pérdida de prácticamentetodo.

Era el reforzamiento de la “Operación Amistad” que estaríaa cargo del comandante del Quinto Distrito Naval de los EstadosUnidos, general Milton Edward Miles quien dejó su base en Panamá,para atender primero la devastación de “Hilda” en lapenínsula de Yucatán y posteriormente navegar rumbo a Tampico,donde fue recibido con gran entusiasmo.

A las 3 de la tarde de ese mismo día el mando estadounidenseabordó uno de los 14 helicópteros que traía a bordo y sedirigió a tierra, siendo recibido por el gobernador HoracioTerán, el alcalde Manuel Ravizé y el senador Manuel GuzmánWillis.

Ante el gran tráfico aéreo por la ayuda que llegaba dediversas partes del mundo al aeropuerto de Tampico, se estableciócomo base de operaciones de los estadounidenses el CountryClub.

Su primer sobrevuelo fue rumbo a El Higo, donde observó que acasi dos semanas del impacto del “Hilda” cientos de personaspermanecían incomunicadas, hambrientas, sobre casas o incluso enlas copas de los árboles.

Ese mismo día iniciaron las misiones despegando los 14helicopteros a las siete de la mañana y terminaban a las cinco dela tarde, los que no eran suficientes para atender ladesgracia.


La búsqueda después delHilda


Con la destruccióngenerada por el huracán “Hilda” llegó el drama social, alregistrarse decenas o cientos de personas desaparecidas que susfamilias buscaban afanosamente

Las páginas de El Sol de Tampico se convirtieron en el mediomás importante para contribuir a localizarlos, ya que en susediciones se incluían las pesquisas de familiares que angustiadosllegaban a nuestras instalaciones en busca de apoyo.

El rotativo fungió con su labor social, plasmando en tinta ypapel los lamentos y ánimos de encontrar a los parientes perdidosen esta tragedia que marcó la historia de nuestra zona.

Nombres como Nieves, Felícitas, Honoria, Lucio y Maríaaparecían una, dos o hasta tres ocasiones publicados, quienes eranbuscados afanosamente por los angustiados parientes.

Uno de esos dramas era el de Ricardo y sus tres hijos, quienesdesaparecieron de la esquina de las calles Honduras yAguascalientes, en la zona centro de Ciudad Madero, de quienes susfamiliares nada supieron desde el día que pegó con furia elciclón.


Tumbaslíquidas


El recuerdo del huracán “Hilda” es doloroso no solo paraTampico y la zona sur de Tamaulipas, sino para toda la regiónhuasteca, donde cientos de personas desaparecieron arrastradas porlos ríos, presas y lagunas que rompieron su cauce arrasandocomunidades completas, convirtiéndose en verdaderas tumbaslíquidas. Este ciclón registrado hace 62 años fue acreditadocomo uno de los diez más potentes a nivel nacional, y que juntocon “Janet” dejó una ola de destrucción a su paso, daño elcual el día de hoy los residentes del puerto siguen tristementerecordando.

Contó con vientos estimados de 250 kilómetros por hora, conlluvias intensas días previos de su impacto y posteriores, lo queprodujo que el sistema del río Pánuco–Moctezuma desbordaraconvirtiendo más de 600 kilómetros a la redonda en un ampliocuerpo de agua turbia.

Cuentan quienes vivieron esta historia que las aguasembravecidas arrastraban desde casas completas, animales, coches,hasta niños, mujeres y ancianos, de los cuales algunos pudieronsalir de la violenta corriente, pero hubo muchos otros, los menosafortunados, que no lo lograron.


La huida de ladevastación


Los vientos e inundación del huracán Hilda se llevaron muchomás que casas, animales y arboles. El poder de la devastaciónarrasó con el patrimonio de miles de familias que decidieronemprender la huida de esta zona, en un éxodo tan doloroso comonecesario.

Las mujeres, cargando a sus hijos de brazos, se dirigían haciala zona del aeropuerto para en vuelos comerciales o aeronaves de laDefensa Nacional emprender el viaje a tierras secas en dóndecomenzar una nueva vida.

Tras de ellos quedaron los amigos, parientes desaparecidos y suscasas bajo el agua o destrozadas; llevaban solo lo que vestían, ensu mayoría prendas humedas, sucias o en jirones; un poco de comidapara los hijos y la esperanza de encontrar apoyo lejos deldevastado Tampico.

Centenares de niños, mujeres y ancianos desalojados de sushogares se vieron en la disyuntiva de quedarse en el puerto ycomenzar nuevamente una vida con lo poco, o casi nada, que lesquedaba o dejar todo atrás sin remordimientos y comenzarnuevamente.

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