A finales de 1970 e inicios de 1980 en la Ciudad de México un lugar abrió sus puertas a expresiones que se encontraban marginadas, entre ellas la diversidad sexual. Se trata del disco bar ‘El Nueve’, que si bien estaba dirigido hacia la comunidad LGBTQ+, también fue foro para la contracultura, y allí llegó a tocar el tampiqueño Rockdrigo González.
El músico Fausto Arrellín, integrante de la agrupación de Rockdrigo, Qual, entre lo que más recuerda del lugar está el que era un sitio muy pequeño, y que frente al área en el que tocaban las bandas había una malla electrificada. “Pero no a niveles peligrosos, solo era porque la gente se ponía muy loca”, dijo a EL SOL DE TAMPICO.
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Así fue la presentación de Rockdrigo en el bar ‘El Nueve’
“Era un lugar muy pequeñito, como dos habitaciones grandes, entrabas por en medio de las dos, de un lado quedaba una barra como oval, y pegada a la pared otra barra. Y del otro lado, donde se tocaba, y enfrente la cabina. Pero era un espacio muy pequeño, si metías una batería, lo ocupaba todo y además estaba enrejado”, evocó el guitarrista.
“Recuerdo mucho que (la gente) se pegaban hacia la reja y, de repente, por uno de ellos se iban para atrás todos porque se pasaban la corriente”, añadió entre risas.
Arrellín, quien se unió a Rockdrigo en diciembre de 1984 para añadir un sonido eléctrico a sus canciones, detalló que, aunque fueron bien recibidos con la gente coreando con fuerza ‘Estación del Metro Balderas’, la presentación de Rockdrigo en 'El Nueve', que tuvo lugar entre junio y julio de 1985, fue la única del llamado Sacerdote del Rock en ese bar.
“Después el Rodrigo ya no quiso volver. Empezó a salir mucho en las noticias la cuestión del sida. Entonces no había mucha información, y a Rodrigo así como que le parecía peligroso. A nosotros nos valía gorro. Cuando él ya no estuvo, sí volvimos a tocar”, recordó Arrellín, resaltando la falta de conocimiento sobre el VIH que existía en aquella época.
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Tras la muerte de Rockdrigo en el terremoto de septiembre de 1985, la banda regresó al bar para una presentación para recaudar fondos para Amanda Lalena Escalante, Amandititita, hija de Rockdrigo.
El rock y ‘El Nueve’
Según el libro de Guillermo Osorno “Tengo que morir todas las noches”, los días jueves en 'El Nueve' estaban dedicados al rock. Allí se presentaron bandas como Caifanes (entonces Las Insólitas Imágenes de Aurora), Café Tacuba, o Santa Sabina.
También tocaron Maldita Vecindad, Botellita de Jerez y El Tri. La invitación a Rockdrigo para tocar en 'El Nueve' vino de parte de Ramón Sánchez Lira, Mongo, uno de los promotores del bar y amigo del bajista de Qual.
“Nos presentábamos en una obra de teatro, ‘Abolición de la propiedad’ de José Agustín, y una vez que terminó una función se acercó con nosotros y en cierta ocasión terminando el teatro nos fuimos a tocar; era muy cotorro tocar ahí”, dijo Fausto Arrellín.
Un espacio, sobre todo, diverso
El bar ‘El Nueve’ ha tomado relevancia por la serie de Prime “Tengo que morir todas las noches”, basada en el libro de Osorno. Asimismo el Museo Universitario del Chopo actualmente tiene una exposición dedicada a este transgresor centro nocturno.
No obstante, Arrellín afirmó que, en su momento, el lugar tenía una asistencia más bien reducida. “No era muy popular propiamente. Era un rollo muy como de la Zona Rosa. Ni te enterabas (del lugar) si no estabas en ese circuito. Sí había gente, pero no una gran cantidad como en el (Foro) Alicia, por ejemplo”.
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Pero Arrellín destacó la apertura del dueño de “El Nueve”, Henri Donnadieu, no solo para abrir un espacio para la comunidad gay, sino en general para otras manifestaciones culturales. “Había rock, había teatro, había mucha diversidad; buena onda el Donnadieu”, dijo Fausto Arrellín sobre la ocasión en que el tampiqueño Rockdrigo tocó en ‘El Nueve’, el bar LGBTQ+ de los 80.