“Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías”, dijo hace apenas tres días Greta Thunberg, joven activista sueca de 16 años, en la apertura de la Cumbre del Clima en las Naciones Unidas, que se está realizando esta semana en Nueva York, y sus comentarios, frases y discursos como se ha vuelto costumbre, corrieron rápido y se viralizaron entre “lovers” y “haters” de la chica, podemos ver ahora un nuevo paradigma socio político en donde actores y público, comparten una sola tribuna mundial, el Internet.
Hoy es difícil estar, si no estás en Internet, y es porque, este escaparate de comunicación, comercio, información y entretenimiento; entre muchos otros tópicos, da pauta a una nueva tribuna internacional en la que la generación más joven, los Centennials, encuentran un punto de fuga para alzar fuerte su voz, sobre lo que mejor saben hacer en su etnología, defender sus causas.
A diferencia de una sociedad sumergida en los medios tradicionales, en donde el “feedback” era algo casi impensable, hoy, todos tenemos la oportunidad de hacer uso de ese mal ganado, derecho de réplica, sobre prácticamente todo lo que sucede, desde tu ciudad, hasta tu planeta. Somos por fin la famosa “Aldea Global” que tantos autores nos vendieron a finales de los noventas. Y vemos como a través de las benditas redes sociales y sus plataformas digitales más populares, aparecen en apenas segundos, textos, imágenes e incluso videos de miembros muy heterogéneos de nuestra sociedad, apoyando o refutando todo lo que ellos mismos vuelven tendencia. Desde temas que pudieran ser considerados delicados como el aborto o las preferencias sexuales, hasta cosas que antes eran triviales como la huella de carbono o el usar o no popotes de plástico, convertimos todo en una “tragicomedia”, en donde hasta el color que vemos en un vestido se vuelve polémica.
Y si bien, este tren descarrilado de las opiniones no solicitadas de medio planeta, pudiera parecer incluso divertido, olvidamos muchas veces amigo lector, que, como sociedad, convertimos y damos mal uso a las herramientas tecnológicas, y en vez de sacarles progreso, les sacamos ocio.
Alimentamos a un monstruo llamado Sociedad Red, en donde cada vez los más jóvenes encuentran modelos y patrones conductuales que si bien, forman parte de su libre albedrío, difícilmente podrán satisfacer las necesidades de las comunidades del futuro, cada vez más chavos quieren ser “youtubers” y menos sueñan con ser doctores o ingenieros. En un mundo donde Instagram® hace que muchos se crean “influencers” pareciera que hoy, todos quieren ser importantes, pero cada vez menos quieren ser útiles.
Nos apegamos al materialismo digital, por extraño y ambiguo que pareciera el término, y nos perdemos atendiendo las posturas ajenas, solo por pertenecer a grupos en donde nos aceptan por criticar un gobierno, una ideología social o política, o simplemente un estilo de vida. “Alzamos la voz” con post y tweets sobre la tragedia en la selva Amazónica mientras nos olvidamos de plantar un solo árbol en nuestro jardín. Como generación, nos volvemos así activistas de clóset, de escritorio, sumergidos en la creencia de que al ser nuestra publicación parte del hilo que hace tendencia, estamos contribuyendo realmente con los cambios sustantivos que nuestros tiempos ya no demandan, sino suplican. "No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico", es otra de las famosas frases de Greta.
Y mientras el mundo entra a una nueva era de extinción masiva, como señalan los activistas Centennials, en el país los trending topics que dominan esta tribuna digital son temas menos profundos, pero más populares como “Caldo de Pollo” o “Mario Kart”.
Por otra parte, celebro la aparición de una nueva generación de influencers y activistas digitales y sociales, que han tomado por bandera temas de verdadero impacto, como el cuidado al medio ambiente, el respeto a los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad, o la preservación y difusión de nuestras tradiciones, como la abuelita Doña Ángela, que con su canal “De mi Rancho a tu Cocina” es un fenómeno viral en Youtube® al compartir su manera particular de cocinar lo mejor de la comida mexicana.
Somos como sociedad un reflejo de los vicios, las virtudes, los éxitos y los fracasos que alcanzamos como generación, pero más allá de lo digital, oportuno será reflexionar, como serán las historias que contaremos a nuestros nietos, cómo imprimiremos en sus rostros, la ilusión, la emoción, el orgullo, la sonrisa. O es acaso que, cuando ellos pregunten, Abuelo ¿Qué hicieron cuando los mares se comenzaron a llenar de plástico?, nos limitemos a responder que nos preocupamos, nos enojamos mucho y mandamos muchos memes por twitter® al respecto. En fin, hoy, todo se mueve en Internet.
Nos vemos en la Red.
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