Sobre el Xoloitzcuintle o perro pelón mexicano se ciñen muchos mitos. Por ejemplo, se le considera el guardián del Inframundo en la cultura azteca, el responsable de acompañar a las almas durante el cruce por el río de fuego que separa el mundo de los vivos, de la tierra de los muertos. En la actualidad, la mascota endémica de México “invade” Rusia. Esto es lo que sabemos.
Desde el 2012, el Senado de la República informaba que en países de Europa y Asia, como Rusia, Suecia, Francia y China, se registraron cerca de ocho mil nacimientos de la especie. Aunque la cifra es alta, no es suficiente; se cree que el Xoloitzcuintle corre el riesgo de extinguirse en un futuro cercano. Por lo cual, su crianza responsable es vital.
Una historia de exterminio
Gracias a la “Historia del Xoloitzcuintle en México” y “El perro pelón, su origen, su historia”, ambas publicaciones de la UNAM, rescatadas por el “Proyecto de protección, conservación, reproducción y aprovechamiento de la especie”, presentado ante el Senado de la República, el 16 de mayo de 2012, sabemos la siguiente información:
La presencia de los Xoloitzcuintles en territorio nacional data del siglo VI al X. En ese período los ejemplares cumplían diversas funciones: eran, a la par, un símbolo mítico y una fuente de alimento. Durante las épocas de sequía solían ser ofrecidos en sacrificio a los dioses y posteriormente devorados por los asistentes.
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De igual manera, se consideraba que los Xoloitzcuintles eran guardianes contra los malos espíritus; y los responsables de conducir el alma de los difuntos por el río Chiconahuapan, rumbo al Chiconaumictlán, en presencia de Mictlantecutli (considerado “el dios de la muerte”).
Durante la época de la Colonia, los especímenes fueron masacrados por los españoles, alegando una asociación con los ritos paganos que se buscaba erradicar. El Tribunal de la Inquisición incluso persiguió a los canes bajo el argumento de ser instrumento “del diablo”.
A pesar de los siglos de exterminio, la raza pudo sobrevivir en territorio nacional. Sobre todo en las sierras de los estados de Guerrero, Morelos, Colima y Nayarit.
En el siglo XIX, después de recibir un Xoloitzcuintle como regalo, de parte del gobernador de Guerrero, el entonces presidente Porfirio Díaz, ordenó que varios ejemplares fueran llevados al zoológico de la ciudad para su conservación. Al poco tiempo, Díaz regaló uno de esos canes a su homónimo en Estados Unidos, quien lo envió al zoológico de Filadelfia.
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Aunque en 1935, la raza se consideraba extinta; entre 1950 y 1960, la Asociación Canófila Mexicana junto con Condesa Lacelles de Premio Real (promotora de los derechos de los animales) y Norman Pelham Wright (coronel británico retirado) lograron encontrar y rescatar 19 ejemplares.
¿Cómo llegó el Xoloitzcuintles a Rusia?
Es fácil suponer que si esta raza de perros puede atravesar, de acuerdo a los mitos aztecas, el río de fuego Chiconahuapan y llegar hasta el Inframundo, cruzar de un continente a otro no fue mayor problema.
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La popularidad de la raza en la tierra de Dostoievski y Chéjov se puede comprobar en redes sociales, basta buscar el término: “Xoloitzcuintle Rusia (Ксолоитцкуитнле Россия)”. Con un precio que roza los 23 mil pesos mexicanos, el guardián del Mictlán azteca, al parecer, “invadió” la tierra de los zares.