Vendedor de Tamaulipas se llevó a todos sus empleados de vacaciones. Los trabajadores de una conocida cadena de antojitos mexicanos, con el nombre de un popular bolero mexicano de los años 50, disfrutaron de unas merecidas vacaciones en el puerto de Veracruz y el municipio de Orizaba. Esta es la historia.
“Quiero regalar momentos, con eso me doy por servido”, contesta Salvador Rangel, socio de “Antojitos Mexicanos Sabor a mí”, en entrevista para EL SOL DE TAMPICO, cuando se le interroga acerca de los motivos detrás de su decisión de viajar junto a toda la plantilla del negocio.
De mi vida doy lo bueno, ¿qué otra cosa puedo dar?
“En mi familia somos gente que viene desde abajo, sabemos lo que es picar piedra, batallar y estar al día. Por eso, ahora que somos propietarios buscamos un equilibrio en la vida, recuperar la buena energía, fomentando la tolerancia y la gratitud”, apunta Rangel.
A través de las redes sociales se dio a conocer la historia de las vacaciones, a Veracruz y Orizaba, de la plantilla de “Sabor a mí”.
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Sin embargo, esta no es la primera vez que sucede. En años anteriores, el personal ha disfrutado de vacaciones en Tamasopo y El Meco, San Luis Potosí; además de Puebla, CDMX y ahora Veracruz.
¿Cómo inició la tradición?
Al preguntarle cómo nació la idea de viajar junto al personal del negocio alrededor de la República, Salvador Rangel externa:
“La vida se vive con base en momentos. Nosotros vendemos antojitos, muchas de las trabajadoras son madres de familia, al momento de conversar con ellas, me comentaban que nunca habían salido de vacaciones. Incluso había quienes, viviendo en Altamira, no conocían la Laguna del Carpintero en Tampico”, apunta Rangel.
El Observatorio Laboral del Gobierno de México indica que parte de las cualidades necesarias para tener un emprendimiento exitoso son: la empatía, la responsabilidad y el poder de decisión.
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Bajo esa perspectiva, al conocer al personal a su cargo, Rangel comprendió también sus sentimientos, pensamientos, inquietudes y necesidades. A partir de ello, construyó un proyecto de esparcimiento y recreación para todas las personas que día tras día trabajan en el negocio que él administra.
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“Todos nos divertimos mucho. Lo material se va, pero el momento se queda para siempre”, sostiene Salvador Rangel, quien se llevó a todos los empleados de su negocio de antojitos mexicanos de vacaciones a Veracruz. Citando el bolero que da nombre al local: “De mi vida doy lo bueno, ¿qué otra cosa puedo dar?”.