Imagina la escena: alguien te hirió y todo tu cuerpo experimenta una serie de reacciones como consecuencia del dolor. De repente, aparece la indignación. Tú quieres despotricar sobre el mal que te han hecho, en eso, te interrumpen para aconsejarte: “déjalo ir”, “supéralo”, “perdona” o “ya no pienses en eso”. Sin embargo, tú tienes derecho a estar enojado.
¿Estar enojado es malo o bueno?
El enojo es un estado emocional caracterizado por la presencia de ira, furia, desazón y resentimiento. Dichos conceptos tienen una connotación negativa en la cultura popular. No obstante, cualquier persona es propensa a ser lastimada y a enfadarse por tal motivo. Lo importante es saber cómo digerir y enfocar las emociones, no reprimirlas.
En entrevista con la BBC, el profesor de psicología de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, ha establecido una de las ventajas del enojo. A saber, “la cara de la ira”. Cuando una persona está molesta, sus gestos faciales cambian, las cejas se levantan, la mandíbula cobra un mayor grosor y los orificios nasales aumentan de tamaño.
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Ese rostro, el rostro del coraje, puede asustar a los demás. Es un claro símbolo de desagrado, estás marcando un límite físico ante quien te ha lastimado, pero también es una manera de liberar tensión. Tienes derecho a expresar tus emociones. Si te han herido, ¿por qué esperan que mantengas la compostura y el buen talante? Tienes derecho a sentir y a sentirte mal.
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Por su parte, el profesor Ryan Martin, de la Universidad de Wisconsin-Green Bay, para el mismo medio, asegura que el enojo le da energía a las personas. Ante la sensación de peligro, el cuerpo se prepara para huir o para escapar, en ambas cosas necesita fuerza y vitalidad.
Estar enojado es parte del proceso de recuperación
En 1969, la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross expuso las cinco etapas de duelo ante la muerte. Diversos especialistas posteriores han visto, en el modelo, un mecanismo de recuperación para todo tipo de pérdidas y desilusiones.
Las cinco etapas se conforman de un proceso de negación, ira, negociación, depresión y aceptación. No obstante, el proceso no es lineal, quien sufre puede experimentar con más intensidad algunas etapas o saltar entre una y otra.
Si te han herido, la ira, el coraje, el odio y el resentimiento van a aparecer en algún momento. Vas a buscar responsables, repartir culpas y cuestionar tus decisiones, acciones y omisiones desde una perspectiva pesimista. Y es normal, hasta cierto punto. Tampoco es bueno estar todo el tiempo de mal humor.
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En declaraciones del psicólogo Eduardo Calixto González, para Global UNAM, los episodios de ira benéficos para el organismo deben prolongarse una media de 30 a 40 minutos. El cerebro es capaz de liberar tensión, observar mejor su entorno y percatarse de detalles que antes pasaron desapercibidos.
En conclusión, tienes derecho a enojarte, pero no te hagas daño. El enojo es una emoción poderosa, pero es válida y natural. Habla acerca de tus sentimientos con quien sea amable contigo, haz ejercicio, canaliza las emociones en actividades productivas en el ámbito artístico o laboral. No importa que haya sucedido, recuerda las palabras de la escritora Maya Angelou: “Y aun así, me levanto”.