Tampico fue (quizás) el puerto favorito de los dictadores mexicanos. La ciudad guarda una fuerte relación con Santa Anna y Porfirio Díaz. El primero defendió el territorio nacional en contra de las tropas españolas que buscaban la reconquista. El segundo ordenó y supervisó la construcción de la Aduana, impulsando el crecimiento económico de la región.
La historia de Santa Anna y Tampico
El 28 de septiembre de 1821, se firmó en la Ciudad de México el Acta de Independencia. México era libre de la monarquía española después de casi trescientos años bajo su control. Sin embargo, los españoles no estaban conformes con la situación y buscaron de nueva cuenta el dominio sobre el territorio.
De acuerdo a lo narrado por National Geographic, la riqueza de América fue el principal sustento de la Corona española, la cual extrajo del territorio nacional en menos de 60 años cerca de 67 toneladas de oro. Aunado al tesoro de los aztecas, valorado en poco más de dos millones de pesos a la época.
Sin embargo, el metal precioso por excelencia de México no es el oro, es la plata, y cuando los españoles lo descubrieron explotaron hasta el agotamiento diversas minas en las ciudades de Zacatecas, Guanajuato, Tasco, San Luis Potosí, Guadalajara y Oaxaca.
La Corona no estaba dispuesta a perder esa entrada de dinero. Por lo cual, desde 1821 hasta 1829 buscaron de manera activa, volver a conquistar el territorio mexicano. No cesaron en su empeño, hasta el 11 de septiembre de 1829, cuando vencidas las tropas españolas, firmaron su rendición en la Plaza de la Libertad de Tampico.
El ejército real español estaba comandado por el brigadier Isidro Barrada y Valdés. Mientras que las tropas mexicanas obedecían la voz de dos generales, Manuel Mier y Terán y Antonio López de Santa Anna.
La victoria de la Batalla de Tampico le valió a Santa Anna un prestigio político a nivel nacional e internacional. Gracias al cual se convirtió en presidente de la República, posteriormente en dictador y más tarde se autodecretó “Su Alteza Serenísima”.
La historia de Porfirio Díaz y Tampico
El 5 de noviembre de 1881, Porfirio Díaz contrae matrimonio con Carmen Romero Rubio y Castelló, originaria de Tula, Tamaulipas, quien pasó parte de su infancia y adolescencia en el Puerto de Tampico.
La primera dama de México durante el Porfiriato era hija del abogado Manuel Romero Rubio, personaje de gran influencia política en la época y de Agustina Castelló, nacida en esta ciudad.
Se murmura acerca de la influencia de los Romero Rubio y Castelló en el desarrollo económico de la región, convenciendo, persuadiendo y negociando con el dictador para invertir en Tampico.
El historiador Roberto Hernández-Elizondo, señala que en 1880, el Congreso de la Unión, por instancia de Díaz, autoriza la expansión de la red ferroviaria en el país, conectando la Ciudad de México con San Luis Potosí, Monterrey, Nuevo Laredo, Tampico y Salina Cruz.
Gracias a ese proyecto, para 1896, Tampico es un centro comercial en ciernes, el 22.1% de las exportaciones totales del país se llevan a cabo en el puerto. Para 1908, bajo la protección del Porfiriato, esa cifra va a aumentar hasta un 36%.
Los archivos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, dan fe de la iniciativa de Díaz de encargar los planos de la Aduana Marítima a la Compañía de Ferrocarriles Centrales Mexicanos en 1896. El 16 de octubre de 1902, el mismo general inauguró las instalaciones.
El 21 de mayo de 1911, después de treinta años de comandar el país, Díaz firma su renuncia en Ciudad Juárez. A pesar de ello, intenta mantener el poder hasta el 26 de mayo, momento en que abandona su domicilio, en compañía de su esposa Carmen Romero e hijos, rumbo a Veracruz bajo la protección de Victoriano Huerta.
Te puede interesar: Archivo Histórico, un espacio que resguarda la vida tampiqueña
Porfirio Díaz desembarca en España, se dirige a Suiza, después a París, donde se instala y comienza a visitar las principales ciudades de Europa y África. Nunca más pisó territorio nacional y murió en París, el 02 de julio de 1915.
Suscríbete a la edición digital de El Sol de Tampico aquí
Tampico (quizás) fue el puerto favorito de los dictadores mexicanos. Santa Anna conoció aquí la victoria y Porfirio Díaz vio en la ciudad el desarrollo y culminación de sus proyectos de gobierno.