Los “niños tóxicos” no es un término reconocido en la psicología o en la salud mental de manera formal, sin embargo, se suele utilizar para describir comportamientos difíciles o desafiantes en los menores infantes.
De acuerdo a los especialistas, esto a simple vista no es considerado algo grave, sin embargo, suelen afectar negativamente a quienes los rodean, incluyendo a compañeros de escuela y maestros.
El médico psiquiatra del Hospital Ángeles de Tampico, Víctor Octavio López Amaro, mencionó que más que un juicio sobre el carácter de un menor de edad, esta expresión describe conductas, las cuales deben de abordarse de manera oportuna.
Comentó que ningún niño nace con este tipo de conductas y suelen ser reflejo de necesidades emocionales no satisfechas, entornos inadecuados o aprendizajes sociales negativos.
En el ámbito psicológico y educativo el término “niño tóxico” no se refiere a una característica inherente o definitiva del menor, sino más bien a ciertos comportamientos que pueden surgir debido a entornos desafiantes, falta de habilidades socioemocionales o influencia de modelos de conducta inapropiados.
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Es fundamental entender que este término debe usarse con cautela para evitar estigmatización de parte de quienes lo rodean.
“En su lugar, es más útil identificar y abordar las causas subyacentes de estos comportamientos, ofreciendo herramientas y estrategias para el desarrollo integral del menor”, dijo López Amaro.
Reflejo de necesidades emocionales
La presidenta del Colegio de Psicólogos del Sur de Tamaulipas, Miroslava González Pomares, expresó que desde una perspectiva de la salud mental, estas conductas suelen ser reflejo de necesidades emocionales insatisfechas derivado a la falta de atención, afecto o límites claros.
Así como del aprendizaje social negativo debido a la imitación de comportamientos problemáticos en su entorno inmediato, con la incapacidad de los menores para expresar sentimientos de manera saludable o resolver conflictos.
“Es importante evitar etiquetar al niño como tóxico, ya que esto puede reforzar patrones negativos y limitar su capacidad de cambio”, indicó.
Los padres de familia y tutores deben trabajar de la mano con los especialistas de la salud mental y aquellas autoridades de impartición de enseñanza, para que de manera conjunta se logre obtener resultados positivos que beneficien a todo su entorno.
Suele interferir en el aprendizaje
El titular del Centro Regional de Desarrollo Educativo (Crede) de Ciudad Madero, José Alanís Mendo, manifestó que en el contexto escolar estos comportamientos pueden interferir en el aprendizaje y la socialización, tanto del niño como de sus compañeros.
Los docentes suelen enfrentar desafíos para manejar situaciones en donde los estudiantes presentan algunas conductas desafiantes, lo cual puede generar desde un estrés, hasta un desgaste emocional.
“Como docentes debemos tener bien claro que se debe priorizar la enseñanza impartida a nuestros alumnos y sobre todo debemos actuar de manera oportuna en caso de que nuestros niños y adolescentes presenten algún tipo de conducta que pudiera considerarse complicada”, dijo.
Preciso que una de las preocupaciones de la Secretaría de Educación de Tamaulipas (SET), es prevenir que los niños con comportamientos problemáticos lleguen a enfrentar rechazo social.
“El manejo de niños con este tipo de comportamientos requiere de aplicar un enfoque integral que llegue a involucrar a los padres de familia, maestros y profesionales de la salud mental”, señaló.
Recordó que la SET cuenta con psicólogos capacitados para actuar de manera oportuna en caso de requerir una orientación más profunda a temas que involucran sus emociones y por consiguiente afecte su desenvolvimiento cotidiano.
“Nosotros como docentes podemos tener un acercamiento con estos niños con problemas, pero siempre y cuando los padres de familia o tutores den la respectiva autorización, esto debido a que se respeta los derechos de estos menores de edad”, expresó.
DIF parte del respaldo
Hay situaciones en los problemas que enfrentan los niños y adolescentes que llegan a rebasarlos, es en ese momento cuando se apoyan con las especialistas del DIF de cada municipio o de la entidad, para en conjunto lograr brindarle la atención pertinente.
Los especialistas de la salud mental y educativa coincidieron que es de suma importancia reducir las complicaciones que enfrentan estos “niños tóxicos”, como es el caso de fortalecer la comunicación y el vínculo emocional.
González Pomares indicó que “los padres deben dedicar tiempo de calidad a sus hijos, escucharlos y validarlos emocionalmente. Es crucial que sientan que son importantes y que sus necesidades emocionales están siendo atendidas”.
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Mientras que Alanís Mendo, comentó que “en la escuela, los maestros pueden fomentar una relación de confianza con el menor, mostrándose accesibles y comprensibles, pero manteniendo los límites necesarios”.
Sobre todo el actuar de manera conjunta tanto en el fortalecimiento de la comunicación y los vínculos emocionales, como en la enseñanza de habilidades socioemocionales, la regulación emocional y la resolución de conflictos; siempre estableciendo límites claros y consistentes.
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Concluyeron que para ayudar a los llamados “niños tóxicos” desde el punto de vista psicológico y educativo, es fundamental brindarles apoyo emocional, educación en habilidades sociales y un entorno que los valore y guíe con miras a una vida más productiva.