La anorexia es una afección que hay que tomar muy en serio y la víctima necesita ayuda de todos los que están alrededor para salir de su problema. Saber qué hacer, sin desesperarse, es clave para el esposo o pareja.
En muchos casos, el hombre no se da cuenta de que su esposa o pareja sufre de algún trastorno alimenticio. “Cuando estaba frente a mí, comía normalmente, ¿cómo iba a adivinar que tenía problemas?” es una frase típica. Sin embargo, algunas señales no mienten. Debido a un trastorno de su imagen corporal, las anoréxicas se sienten obesas incluso si tienen un cuerpo delgado. Prefieren usar vestimentas amplias para ocultar sus formas y curvas, si es que aún les queda alguna. Llevan un conteo riguroso de las calorías, manejan mucha información sobre todo lo relacionado con alimentos y cocinan platos maravillosos para los demás, pero ellas apenas los prueban.
Su deseo de perfección las lleva a inventar rituales. Suelen sufrir trastornos obsesivo- compulsivos. En todos los casos, no se trata de una enfermedad exclusiva de una persona, sino que involucra a todo su entorno. Con el tiempo, la anoréxica puede volverse una tirana, tratando de imponerles a los demás su extraña forma de alimentarse o, incluso, exigiendo comer sola para no arriesgarse a recibir críticas, sermones o reproches. ¿Qué actitud se debe tomar cuando se convive con una persona que arruina su cuerpo, pone en peligro su vida y manipula a sus seres cercanos?
Antes que nada, negociar
Algunos hombres tratan de reaccionar poniéndose como modelo. Aumentan sus ingesta de calorías y suben de peso, mientras que su compañera no hace más que adelgazar. Pero el manejo de la situación no va ni por el lado de chantaje ni por la blandura. Antes que nada, se trata de negociar. Puede sugerirle comer juntos sólo por el gusto de compartir, sin imponerle cantidad ni tipo de alimento. Tener que comer normalmente se vuelve muy angustioso para la anoréxica, particularmente cuando comparte una comida con personas que ignoran su enfermedad.
Nunca ser un enfermero
La anorexia se introduce insidiosamente en la vida de pareja como un elemento perturbador de la relación. Como ella no ama su cuerpo, no se deja tocar ni menos se entrega al placer. No percibe su propio cuerpo como objeto del deseo. Por otra parte, el hombre se siente en un papel paternal o, incluso, de enfermero. Hay que evitar esa clase de situación, porque no facilita las relaciones de seducción al interior de la pareja.
Mantener el diálogo
¿Cómo hablarle, cuando se tiene la impresión de que las palabras que uno dice no le llegan? Aunque sea así, no hay que renunciar al diálogo. Eso sí, es inútil hablar de comida, no dará resultado. Mejor tocar otros temas: proyectos profesionales, viajes, salidas… La anoréxica tiene la necesidad de sentir que su pareja está disponible, pero teme volverse dependiente. Por lo tanto, no debe aparecer ni como terapeuta ni como juez, para ser verdaderamente su apoyo.
No caer en una relación de fuerza
Se trata de un camino lleno de trampas, y no hay que aceptarlo todo. Es sano expresar sus emociones: cólera, temor, tristeza, culpa…Pero no se debe caer en una relación de fuerza. ¿Qué hacer si ella se niega a consular a un psiquiatra?... Tal vez acepte que la atienda su médico general. ¿Está en peligro por haber perdido mucho peso?...Quizás se niegue a ser hospitalizada, porque la idea de engordar la aterra. En caso de llegar al extremo y sentirse superado, siempre puede recurrirse a especialistas, asociaciones de anoréxicos y grupos de apoyo para los parientes cercanos.