Los desacuerdos son parte de la vida cotidiana. La convivencia origina conflictos. La clave para una mejor calidad de vida, no es evitar los problemas, lo crucial es aprender a manejarlos. Sin embargo, existen personas con predilección por las disputas. Entonces, ¿por qué nos gusta tanto discutir? ¿Cuál es el límite entre la catarsis y la violencia?
De repente, ahí estás, enfrente de una persona que mueve los brazos, levanta la voz, expone sus sentimientos y defiende sus pensamientos con una energía que parece implacable. En otras ocasiones, eres tú quien cumple ese papel, mientras alguien más te observa con una mezcla, en el mejor de los casos, de incredulidad y, en el peor de los escenarios, de terror.
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¿Qué significa discutir?
El Diccionario del Español de México define la palabra “discutir” como “examinar entre dos o más personas un tema, con cuidado y profundidad, proponiendo argumentos y defendiendo sus razonamientos para tener un mejor conocimiento de él o para llegar a un acuerdo”.
En dicha descripción es importante prestar atención a una palabra y a una expresión. La palabra es “examinar” y la expresión es “llegar a un acuerdo”. De esa manera, “discutir” implica exponer cuáles fueron los motivos del desacuerdo, cuáles son las consecuencias y cuáles las posibles soluciones.
¿La última vez que discutiste con alguien expusiste de manera clara cuál era el dilema, sustentaste con argumentos claros tu inconformidad y propusiste una resolución para salir del altercado? Lo más probable es que no. Porque en medio de una discusión las emociones suelen desbordarse, si no existe un autocontrol previo.
¿Por qué nos gusta discutir?
A todas las personas les gusta sentirse apreciadas en su día a día. Ante las faltas de respeto, surge una evidente inconformidad, lo cual puede iniciar un debate entre las partes.
Todo el mundo tiende a discutir y cualquiera puede perder, en un momento dado, los estribos. Si surge de manera esporádica y las circunstancias lo ameritan, es entendible este comportamiento. No obstante, cuando los conflictos tienden a presentar síntomas evidentes de violencia, es adecuado prestar atención.
Esta conclusión no es radical. La terapeuta Robin Norwood, en su libro “Las mujeres que aman demasiado”, expone que ciertas personas con baja autoestima buscan de manera inconsciente pelear para aumentar los niveles de adrenalina, con el objetivo de provocar una mejora en su estado de ánimo.
¿Cuál es la diferencia entre discusión por catarsis y una discusión violenta?
El Diccionario del Español de México otorga al término “catarsis” el significado de “canalización de tensiones y afectos reprimidos”. Por su parte, la “violencia” es “condición o comportamiento de quien usa la fuerza para alcanzar sus fines, imponerlos, hacerlos valer, etc.”.
La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, estipula los cinco tipos de violencia. Los cuales no se limitan al género femenino, cualquier persona puede tanto padecer como ejercer crueldad hacia alguien más, ya sea:
- Violencia psicológica
- Violencia física
- Violencia patrimonial
- Violencia económica
- Violencia sexual
Cuando una discusión desemboca en burlas, insultos y amenazas; en empujones, bofetadas o golpes; cuando durante el altercado se rompen objetos materiales o de valor sentimental; o surgen conductas de manipulación y coacción emocional o sexual, entonces, se ha traspasado el límite que separa la catarsis de la violencia.
¿Por qué nos gusta tanto discutir? En ocasiones, porque es una manera de expresar la fuerza de las emociones en situaciones de estrés, otras puede ser un síntoma de problemas de conducta. La crueldad nunca está justificada y cuando se cruza el límite entre la catarsis y la violencia, es momento de buscar ayuda.