El investigador Everardo Camacho Gutiérrez indicó que de acuerdo a un estudio realizado a familias de clases media y alta en la zona metropolitana de Guadalajara, los niños que duermen poco tienen mayores niveles de estrés.
En entrevista con Notimex, el coordinador del Doctorado en Investigación Psicológica del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO, añadió que tras la investigación se relaciona la calidad y cantidad del sueño con el estrés en los niños.
Manifestó que entrevistaron a padres y niños en el segmento de los ocho a los 11 años de edad, “que es la infancia media y un periodo que ha sido poco estudiado más allá del ámbito escolar”.
Agregó que les preguntaron hábitos de vida, entre otras cosas, “y una parte de los hábitos tenía que ver con un reporte de los padres respecto a qué hora acuestan a sus hijos, a qué hora los despiertan y cuántas horas duermen, también a los niños les preguntamos y no necesariamente las respuestas coincidían”.
“Estudiamos a familias de diferentes condiciones, pero dos grupos que fue en donde nosotros enfocamos nuestro análisis fueron en familias de recursos socioeconómicos altos y también de clase media”, dijo.
Explicó que en ambos grupos “encontramos que los niños reportaban dormir poco y algunas de las razones que nos daban tenían que ver con el uso de los aparatos electrónicos, en algunos casos nos indicaban que los papás los acuestan, les dicen buenas noches y luego los menores sacaban sus celulares y se ponían a jugar durante un periodo de tiempo”.
Expuso que además, “medimos la hormona de cortisol en muestras salivales; el cortisol (hidrocortisona) es una hormona esteroidea o glucocorticoide, producida por la glándula suprarrenal, se libera como respuesta al estrés y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre”.
Comentó que los hábitos de vida se aplicaron a través de una encuesta relativamente amplia “y en el caso de la muestra de saliva lo hicimos en pocos casos debido a que es un análisis costoso”.
Manifestó que el cortisol es una hormona “que de alguna manera refleja la respuesta biológica que conocemos como estrés, que tiene que ver con este nivel de activación alto que tenemos para responder a las demandas, algunas potencialmente amenazantes del medio”.
Subrayó que en el análisis que desarrollaron “encontramos que había una relación más o menos directa entre cantidad de sueño y niveles de cortisol, es decir, aquellos niños que reportan dormir poco tienen mayores niveles de cortisol, y aquellos que duermen más tienen menos nivel de cortisol o estrés”.
Apuntó que este hallazgo será sustentado con otros estudios, “tenemos ahora la posibilidad de hacer registros de horas de sueño a través de aditamentos electrónicos, con pulseras, inclusive evaluaremos la calidad de sueño, es decir, cuántas horas del sueño corresponden a sueño profundo y cuántas a sueño superficial”.
“Ese estudio pretendemos desarrollarlo para tener una medida más objetiva y más precisa para tratar de encontrar si esta relación se mantiene”.
El especialista destacó que en las familias encuestadas de clase media y clase alta de la zona metropolitana de Guadalajara “aparece que los niños que duermen poco tienen mayores niveles de estrés, y eso puede tener efecto en su rendimiento escolar, en su nivel de atención, en su capacidad de aprendizaje, entre otros aspectos”.
Señaló que han desarrollado otros estudios “en donde analizamos el ruido en la ciudad, y encontramos que los adultos están expuestos de manera crónica, es decir, por más de seis años a zonas ruidosas en la zona metropolitana, quienes reportan mayores niveles de estrés”.
“Estamos por terminar un estudio con niños de una primaria que está en una zona muy ruidosa de la ciudad de Guadalajara y lo vamos a comparar con niños de primaria de zonas no ruidosas para ver qué es lo que encontramos”.
Recomendó promover hábitos de higiene de sueño, “es decir, retirarles por las noches los aparatos electrónicos que son los distractores, que tengan horario fijo de sueño, una zona con completa oscuridad, aislados de ruido y una rutina fija”.
Expresó que los padres, principalmente las madres, saben que si un niño tuvo actividad física durante la tarde llega cansado y se le induce en su sueño natural, por lo que es importante promover que los niños duerman más.
También hemos encontrado que los padres, debido al compromiso laboral y actividades, pasan poco tiempo con los hijos, y es muy probable que ellos mismos no tengan las condiciones como para supervisar con todo el cuidado para que los niños tengan un horario fijo y puedan tener cantidad y calidad suficiente de sueño”.
Resaltó que, en el impacto a nivel cognoscitivo, “un niño que no duerme puede presentar pérdida de la capacidad de concentración, por su puesto tiene somnolencia, tiene poca energía y realiza poca actividad física, cuando normalmente un niño tiende a jugar”.
Advirtió que hay otros impactos cuando este estrés se convierte en crónico, “por ejemplo, podemos encontrar condiciones de hipertensión arterial infantil como efecto del estrés u otros tipos de problemas en el ámbito cardiovascular, que no necesariamente en el caso de los niños se evalúa sistemáticamente, pero se pueden encontrar estos impactos también términos de hipertensión”.
“Necesitamos cuidar la calidad de vida de los niños, hay condiciones que no podemos cambiar, por ejemplo, el hecho de vivir en ciudades de alta densidad y concentración, pues nos expone a estos efectos nocivos del ruido, pero sí hay cosas que podemos modificar como cuidar la rutina y el descanso de los niños”, dijo.