En la actualidad unos dos mil 500 millones de personas necesitan tecnologías de apoyo como audífonos, sillas de ruedas o aplicaciones para comunicarse, aunque casi la mitad no puede acceder a ellas por su alto costo. Sin embargo, lo más preocupante es que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra aumentará a tres mil 500 millones en 2050.
El envejecimiento de la población y el incremento de la prevalencia de enfermedades no transmisibles en todo el mundo serán dos de los principales factores de ese notable aumento, según un informe publicado por la OMS con la participación del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
“El principal problema que identifica el informe en cuanto al acceso a estas tecnologías es su precio, ya que dos de cada tres personas que cuentan con este tipo de apoyo reconocen que los compraron de su propio bolsillo, mientras que otros afirman que dependen de familiares y amigos para poder acceder a él·, informó la agencia EFE.
“Negar el acceso a estas herramientas vitales va en contra de los derechos humanos y en detrimento de la economía. Pedimos a los Estados que financien y prioricen el acceso a estas tecnologías para que todo el mundo pueda desarrollar su potencial”, dijo el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
El problema se acrecienta en los países con bajos ingresos, donde tan sólo el tres por ciento de la población puede acceder a estas herramientas, mientras que en los países desarrollados el porcentaje ronda el 90 por ciento.
El estudio incluye una encuesta realizada en 70 países, donde los sondeados denuncian importantes lagunas en la prestación de servicios y en la formación de personal para la tecnología de asistencia, sobre todo en los ámbitos de la cognición, la comunicación y el autocuidado.
Es un problema global que afecta a personas de todas las edades, "pero sus efectos en los niños son especialmente preocupantes", dijo la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell.
“Actualmente hay más de 240 millones de niños discapacitados que sin el acceso a tecnología asistencial seguirán teniendo dificultades en su educación y seguirán siendo objeto de estigmatización y discriminación, lo que socava su confianza y bienestar”, añadió Russell.
De acuerdo con el reporte, el impacto positivo de la tecnología de apoyo va más allá de la mejora de la salud, el bienestar, la participación y la inclusión de los usuarios individuales: las familias y las sociedades también se benefician.
“La ampliación del acceso a productos de asistencia de calidad, seguros y asequibles reduce los costos sanitarios y de bienestar, como los ingresos hospitalarios recurrentes o las prestaciones estatales, y promueve una mano de obra más productiva, estimulando indirectamente el crecimiento económico”, destaca el documento.
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