Existe una sutil, pero vital diferencia, entre beber por convivir y convivir para beber. El consumo de alcohol se clasifica en tres niveles: uso, abuso y dependencia. En el primero, se disfruta de los efectos inhibidores de un trago. En el segundo, se busca cualquier pretexto para ingerir grandes dosis de alcohol. En el tercer nivel, la persona sufre de una enfermedad.
¿Cuál es la diferencia entre uso, abuso y dependencia?
La diferencia primordial entre el uso, el abuso y la dependencia al alcohol, es el patrón de consumo de la bebida por parte de las personas.
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De acuerdo a reportes del Instituto Mexicano de la Juventud, cuando la ingesta de una sustancia se hace de manera aislada, episódica u ocasional, mayoritariamente con fines recreativos, se habla de un “uso habitual”. El cual no genera dependencia ni conlleva problemas a la salud.
Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), definen “beber con moderación” a la ingesta de dos copas diarias (750 ml con una concentración etílica del 5%) en el caso de los hombres, y una copa al día (350 ml con una concentración etílica del 5%) para las mujeres.
Por su parte, el término “abuso” hace referencia a un consumo compulsivo y excesivo de la bebida, donde la persona pierde el control sobre sus pensamientos y acciones de manera reiterada. La CDC define como “abuso” a la ingesta de cinco o más copas de alcohol en una sola exhibición. En este estadio, los especialistas definen la conducta como “vicio”.
Por último, a la “dependencia al alcohol” también se le conoce con los términos de “alcoholismo” o “trastorno por consumo de alcohol”. Es una enfermedad que compromete a corto y largo plazo la salud física y mental de quien la padece.
La dependencia a la bebida es la incapacidad de controlar la ingesta de alcohol, a pesar de todos sus efectos adversos para la vida. En declaraciones de Mayo Clínic, las personas alcohólicas rehúyen de las actividades sociales, generan un grado de dependencia a la sustancia, sufren de abstinencia y presentan sentimientos de culpa y de vergüenza después de sus episodios etílicos.
El alcoholismo ocasiona problemas de índole personal, familiar, laboral, social y económico. La CDC enuncia las siguientes consecuencias: afecciones cardiacas, accidentes cerebrovasculares, estragos en el hígado, el colón y el recto.
El trastorno por consumo de alcohol también puede desembocar en padecimientos mentales como problemas de aprendizaje, pérdida de memoria y demencia. En el peor de los escenarios, es causa de muerte.
El consumo de alcohol durante las fiestas
Durante las fiestas decembrinas, a saber, posadas, cenas de Nochebuena, Navidad y Año Nuevo, las personas acostumbran consumir bebidas alcohólicas en compañía de sus amigos y familiares. Algunas lo hacen de manera moderada, otras de forma excesiva.
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A la mañana siguiente de los festejos, hay quien se despierta feliz (también cansado) y hay quien se despierta preocupado por las graves consecuencias de sus actos.
Es importante conocer la distinción entre el uso, el abuso y la dependencia al alcohol para disfrutar aún más de las fiestas y de la compañía de los seres queridos, evitar accidentes y catástrofes emocionales. Entonces, ¿tú bebes para convivir o convives para beber?