La palabra “bruja” nos hace pensar en la imagen de una mujer que viste un sombrero puntiagudo que cubre una cabeza de cara verde, con nariz larga y afilada; y que monta una escoba, pero no siempre ha sido así.
Hasta entrado el siglo XX las brujas eran representadas desnudas, cómo fue que ocurrió todo ese cambio en su apariencia, bueno a continuación te lo explicamos.
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El origen del sombrero puntiagudo tiene una carga antisemita
Desde la época medieval a las brujas se les pintaba sin ropa, con cabello largo y suelto. Los sombreros que terminaban en punta comenzaron a verse a partir de 1700 en las ilustraciones de libros infantiles ingleses. Muchos estudiosos del tema consideran que el uso de dicha prenda está relacionado con la persecución de los judíos.
Desde el año de 1431, aquellas mujeres que eran arrestadas acusadas de brujería se les exigía vestir un sombrero “de judío”, una prenda de ala ancha y puntiaguda que los miembros de esa comunidad fueron forzados a vestir en Hungría, de manera que pudieran ser identificados fácilmente.
Pero la carga antisemita con la que se relacionó a las brujas no se limitó a los sombreros. Mostrarlas con narices ganchudas, cuernos y verrugas formó parte de la representación estereotípica judía.
Asimismo, a judíos y a brujas se les acusaba de comer bebés, así como de entablar pactos con el diablo.
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El uso peculiar de la escoba en la hechicería
Existen registros de que, al final de la Edad Media, existían mujeres que empleaban plantas para elaborar alucinógenos, los cuales al ser ingeridos provocaban náusea.
Sin embargo, cuando el narcótico era introducido al cuerpo les generaba el mismo efecto sin provocarles malestares. Las escobas eran usadas como aplicador.
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La muy representativa cara verde no existió hasta la llegada de la versión cinematográfica del Mago de Oz, estrenada en 1939, donde la Bruja del Este usaba ropas negras victorianas. El rostro de color verdoso fue una propuesta nunca vista y que emplearon para explotar todos los recursos del cine a color.