En Tiktok una tendencia va subiendo peldaños, se trata de “espectadora y nunca protagonista”. A través de la frase, múltiples personas afirman sentir una carencia afectiva en sus relaciones románticas. Una de las preguntas que más se repite es: “¿Por qué a mí no me regalan flores?” El autor Gary Chapman propone una respuesta.
Gary Chapman es un escritor y consejero matrimonial estadounidense, más conocido por su obra “Los cinco lenguajes del amor” donde indica que, en términos generales, los seres humanos muestran y reciben amor a través de: palabras de afecto, invirtiendo tiempo de calidad, dando regalos, ejecutando actos de servicio y por medio del contacto físico.
¿Es importante dar regalos?
En el capítulo seis de “Los cinco lenguajes del amor”, Chapman apunta que para sostener una buena relación, es necesario que los implicados sepan cuál es su lenguaje de amor y cuál es el lenguaje de su pareja. Ambos lenguajes pueden ser iguales o diferentes, la clave del entendimiento es conocerse y conocer al otro.
El escritor sostiene que dar regalos es un patrón cultural que se repite en múltiples civilizaciones, tanto antiguas como contemporáneas, como una muestra de interés amoroso.
Sin embargo, en algunas ocasiones, dar regalos se considera parte del proceso de seducción (noviazgo) y la costumbre se pierde después de formalizar la relación (matrimonio) o al pasar de los años.
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Chapman sostiene que un regalo es importante en la medida en que es un símbolo de afecto. Cuando alguien regala algo lo que está comunicando es que pensó en cómo hacer feliz a la otra persona.
Por ello, los regalos no requieren una gran inversión monetaria. Lo más trascendente es la presencia de quien regala, es decir, el esfuerzo emocional que esconde el gesto.
A mí no me gusta dar regalos, ¿qué puedo hacer?
Muchas personas alegan que “a ellas no les gusta dar regalos”, insisten en que la medida es “un derroche de dinero” e incluso hay quien la señala de “boba o por completo innecesaria”.
No obstante, en redes sociales, varias usuarias indican que a ellas sí les gustaría recibir regalos, entendiendo el término, como detalles de afecto de parte de sus parejas.
Chapman señala que parte del éxito de una relación es dar amor. Si una relación, uno de los miembros expresa que su lenguaje de amor es recibir regalos, es buena idea que la pareja preste atención a dichas necesidades emocionales.
El autor aclara que dar regalos es el lenguaje de amor más fácil de aprender. Aquellos que consideran los gestos románticos como gastos superfluos, continúa Champan, podrían pensar en ellos como una inversión para hacer feliz a los demás: una inversión en la relación.
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Entonces, ¿todo se trata de dinero?
No, no es así. En el capítulo seis de la obra citada, se explica que el regalo más poderoso que se puede dar es la presencia física en momentos críticos. Por ejemplo, brindar una rosa cuando la persona a quien quieres te dice que le gustaría recibir un detalle de tu parte.
Para fomentar una buena comunicación, es requisito que las dos partes de la relación se conozcan, compartan sus necesidades afectivas y el otro tome en serio el discurso de su pareja.
Entonces, ¿por qué no me regalan flores?
Bajo la lógica de Chapman, la pregunta tiene varias respuestas. Primero, una persona puede no regalar flores porque no lo cree importante, ya que su lenguaje de amor predominante es otro. Segundo, por qué desconoce que su pareja desea ese tipo de detalles. Tercero, porque la cotidianidad de la relación menguó esa clase de iniciativas.
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No obstante, en aquellos casos, donde a pesar de las múltiples peticiones de afecto, una persona no se preocupa por los sentimientos de su pareja, ni intenta entender o comunicarse a través de su lenguaje de amor, entonces, la respuesta a la pregunta, desde la óptica de Gary Chapman es: allí no hay amor.
La tendencia “espectadora y nunca protagonista” en redes sociales puede mostrar que existen muchas personas tratando de comunicarse en un lenguaje de amor que, probablemente, sus parejas no entiendan (o no quieran atender). Tal vez sea buen momento para escuchar a Miley Cyrus cantar: “Yo puedo comprar mis propias flores”.