¿Qué tienen en común Augusto Monterroso, Gabriela Mistral, Clarice Lispector, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges y Horacio Quiroga?. Además de ser autores (as) nacidos en Latinoamérica, tienen la particularidad de haber participado en un proyecto llamado “Periolibros”, publicado en EL SOL DE TAMPICO, el cual estaba encaminado a acercar obras de literatura a un amplio público a inicios de los años 90.
Entre octubre de 1992 y septiembre de 1995, durante el último domingo de cada mes, un ejemplar de esta casa editora contenía aproximadamente 80 páginas, divididas en seis secciones; junto con dos suplementos; además de un libro (para mayor exactitud un “periolibro”).
El 28 de febrero de 1995, por ejemplo, los lectores podían encontrar una versión íntegra de la novela “El reino de este mundo”, de Alejo Carpentier. Todo por el módico precio de un peso con 50 centavos.
El libro se vistió de periódico y todo empezó con César Vallejo
En octubre de 1992, la Unesco y el Fondo de Cultura Económica emprendieron un proyecto en conjunto: los “periolibros”; buscaban, acorde a sus palabras, que “grandes escritores, ilustrados por no menos importantes artistas, llegaran a millones de hogares al costo de un periódico”.
Para ello, las instituciones eligieron editoriales alrededor de todo el mundo para producir y distribuir el material, en México la compañía responsable de asumir la tarea fue la Organización Editorial Mexicana (OEM).
La publicidad de la época anunciaba: “la literatura al alcance de todos, en lo mejor del periodismo nacional”. El primer volumen fue “Poemas humanos”, de César Vallejo, ilustrado por Oswaldo Guayasamin.
Es la historia de un amor como no hay otro igual…
“...que me hizo comprender todo el bien y todo el mal, que le dio luz a mi vida, apagándola después”, reza el bolero mexicano. El amor, la obsesión y el recuerdo son temas recurrentes en la literatura.
Te puede interesar: Roberto González Elizalde presenta su libro “Esa Ciudad tan fea donde vives”, en Tampico
En junio de 1993, el “periolibro” del mes ofrecía “El Aleph”, de Jorge Luis Borges. Un cuento donde un hombre visita el domicilio de su amada muerta, Beatriz Aurora Viterbo, y descubre al mirar un punto fijo el universo entero.
En febrero de 1995 se podía leer “El túnel”, de Ernesto Sábato, con ilustraciones de Ramiro Jácome, la novela inicia con la presentación del pintor Juan Pablo Castel, “quien mató a María Iribarne”.
Sigue nuestro canal de EL SOL DE TAMPICO: las mejores noticias en WhatsApp
Castel conoce a Iribarne en una de las presentaciones de su trabajo y, sin saber quién es, la busca por toda la ciudad. Cuando se reencuentran admiten una mutua afinidad. Sin embargo, ella es casada y Castel sospecha que, además, tiene un amante.
También puedes leer: Las capas del tormento: Dante y su interpretación del infierno en la Divina Comedia
Durante principios de la década de los años 90, múltiples “periolibros” de diversos autores de Latinoamérica estuvieron al alcance de la ciudadanía por un peso con 50 centavos. Bastaba con comprar el ejemplar del último domingo de cada mes, en Tampico, para sumergirte en otros mundos, verbigracia, en la mente de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Nicanor Parra y Julio Cortázar.
Apoyo en la recopilación de información: Dahlí Charles