La misma palabra: perforista describe dos oficios diferentes. En el campo de la minería es el puesto responsable del manejo de las máquinas excavadoras.
En el ámbito del periodismo, en cambio, era el área donde las palabras se convertían en códigos perforados en cintas magnéticas. Aunque crucial en los años 70 a 90 en el mundo de las noticias, al día de hoy, la labor está obsoleta. La pregunta es: ¿por qué?
Para contestar la interrogante nos adentraremos en dos historias. Primero, conocer cómo operaban los periódicos en los años 70. Segundo, saber cuál era la descripción de labores de los perforistas en EL SOL DE TAMPICO.
Y es oportuno aclarar que el cargo era desempeñado en casi la mayoría de las ocasiones por mujeres.
¿Cómo se elaboraba el periódico?
Nuestra historia comienza en plena revolución tecnológica del siglo XX. Los periódicos dejaron de ser impresos a través de la inyección de plomo en placas de metal para apostar por la fotocomposición.
Una vez listas las notas, la sala de redacción las entregaba al cuarto de perforación, donde las trabajadoras transcribían la información en máquinas que almacenaban el texto en cintas magnéticas en un código basado en hoyos. Una vez terminada la tira, esta se enviaba a taller, donde era impresa en papel fotográfico encerado. Momento en que era entregada al corrector.
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Una vez aprobada por el área de corrección se enviaba al sector de formación donde las notas eran recortadas y esparcidas a lo largo del periódico de manera manual. Cuando la nota era demasiado larga, el texto era colocado en diferentes secciones, tras insertar la leyenda “Pase a la página(...)”. Después era el turno de los instaladores y prensistas de operar y supervisar las máquinas de imprenta.
¿Cuál era el trabajo de las perforistas?
Tras examinar los expedientes del departamento de Recursos Humanos de EL SOL DE TAMPICO, sabemos que para solicitar un puesto de esta clase era necesario contar con experiencia en mecanografía, taquigrafía y manejo de archivo; además de aprobar un examen de dictado, ortografía y gramática contra reloj.
La labor requería, al mismo tiempo, transcribir información mientras se realizaba una corrección de estilo oportuna. Puesto que en las computadoras perforistas no existía la tecla de borrar, no había posibilidad de error, equivocarse significaba volver a empezar. Lo cual conllevaba por necesidad un atraso de producción. Por ello, se debía entregar un trabajo impecable en la menor cantidad de tiempo posible.
Acorde al historial las perforistas eran capaces de teclear entre 561 a 588 palabras en media hora, lo que significaba un aproximado de 19 a 23 palabras por minuto. El récord se estableció en 1988, cuando una de ellas mantuvo un ritmo uniforme de 32 palabras por cada 60 segundos, demorando cerca de 19 minutos en transcribir una nota de 648 letras. Aproximadamente la extensión de este artículo.
En 1975, el sueldo por desempeñar el trabajo era de 65.10 pesos diarios; en 1980 consistía en 155 pesos; en 1981 era de 247 pesos; en 1982 aumentó de los 350 a los 420 pesos; en 1984 era de 833 pesos; en 1987 se reportaba a tres mil 660 pesos; en 1988 incrementó a nueve mil 610 pesos; en 1989 fue de los siete mil 995 pesos a los 10 mil 375 pesos; en 1990 se sitúo en los 12 mil 100 pesos de la época.
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En la actualidad, crear un periódico consiste en un proceso de redacción, edición, diseño y armado de página digital, que se envía a un área de coedición y de ahí al área de rotativa, donde, en argot periodístico, “sale a tiro”.
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Las perforistas han quedado excluidas del mundo de las rotativas. El último archivo de personal fechado en EL SOL DE TAMPICO con este puesto data de 1990. Sin embargo, quizás sería oportuno señalar que, en parte, gracias a ellas, a la rapidez de sus manos y al alcance de su concentración, esta casa editora logró su cometido de informar a la ciudadanía a finales del siglo XX.