A casi dos años de tener que hacer nuestras vidas a pesar del virus SARS-CoV-2, aún hay dudas que todavía no se han resuelto del todo. Una de ellas es si existen complicaciones a largo plazo tras contraer la infección, y es que se han encontrado casos de personas donde la pérdida del olfato y el gusto puede persistir durante meses.
De acuerdo a un estudio de la Asociación de Otorrinolaringólogos de la India, la pérdida del gusto y del olfato por una extenso periodo puede producir una afección conocida como parosmia.
La parosmia genera una distorsión en cómo se perciben los olores, donde aromas comunes como el del café o la fruta, pueden sentirse como desagradables o nauseabundos. Este molesto desorden puede producir pérdida de apetito, así como ansiedad y depresión.
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El médico y profesor del Departamento de Cirugía de la Universidad de Utah, Richard Orlandi, afirma que la parosmia puede ser causada por una serie de cosas como infecciones respiratorias, convulsiones e incluso tumores cerebrales.
"Hemos observado que, desde la pandemia, más pacientes recuperados de Covid-19 informan ahora de este síntoma”, afirma.
Al respecto, un artículo publicado por la National Institutes of Health de Estados Unidos reveló que el 7% de los pacientes infectados por coronavirus experimentaron este tipo de padecimientos.
¿HAY FORMA DE REMEDIARLO?
De acuerdo a lo dicho por los especialistas de la India, el síntoma principal de alguien con parosmia es la detección de un olor fétido persistente, especialmente cuando hay comida alrededor.
De igual modo, quien tenga el padecimiento podría tener dificultades para reconocer olores del entorno, resultado de una afectación en las neuronas olfativas. Estiman que la condición puede durar de tres hasta seis meses en promedio.
El médico Richard Orlandi afirma que no hay un tratamiento específico para la parosmia, aunque indica que la terapia olfativa -que consiste en oler aromas distintos, desde ácidos a dulces, cada día para hacer que el cerebro “recuerde” cómo huelen- puede ayudar.
“Se necesitan más estudios para saber si esta terapia realmente funciona. Mientras tanto, evitar los desencadenantes olfativos ofensivos puede ser la mejor manera de afrontar la enfermedad”, expuso.