Óscar Wilde fue uno de los autores más célebres de la literatura inglesa. De 1878 a 1895 tuvo el mundo a sus pies, era un escritor reconocido, esposo, padre de familia y un artista que vivía de su trabajo. Entonces, se enamora de un hombre, Lord Alfred Douglas. Es sentenciado a dos años de prisión, despojado de su fortuna, repudiado por sus amigos y familia. Esta es su historia.
El comienzo del fin de Óscar Wilde
En febrero de 1895, Óscar Wilde recibe de manera tardía un mensaje del marqués de Queensberry, Lord John Sholto Douglas. La nota dice: “A Óscar Wilde, quien presume de sodomía”. Era una frase muy peligrosa. En esa época las leyes del Reino Unido consideraban ilegal cualquier tipo de práctica sexual diferente a la hetero normativa.
Wilde enfurece, al igual que Alfred Douglas, hijo del marqués, quien convence al escritor de demandar a su padre por difamación. Wilde establece la acusación contra Queensberry en el Tribunal de Old Bailey, esperando ganar.
Ni sus amigos de la época ni su abogado ni sus posteriores biógrafos entendieron su decisión: Óscar Wilde sí era homosexual, sí mantenía una relación romántica (y tormentosa) con Lord Alfred Douglas. La cual era (casi) de conocimiento público.
El estado emocional de Óscar Wilde
En su libro, “De profundis”, redactado desde la prisión, el escritor expone su estado emocional al momento del juicio:la juventud, la alegría y la vanidad de Douglas se habían apoderado de él. El dramaturgo cumplió todas las exigencias de su “amigo”: altas sumas de dinero, viajes, fiestas, reuniones y el deseo de venganza contra su padre.
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Al principio la fama y la labia de Óscar Wilde divirtieron al jurado, pero pronto descubrió que el juicio era un tremendo error. Varios pasajes de sus libros fueron leídos, incluyendo su única novela, “El retrato de Dorian Gray”. La trama gira en torno a un apuesto joven, quien descubre que la belleza es un arma en extremo poderosa, capaz de controlar el mundo.
Diversos amantes esporádicos de Wilde rindieron declaración. Proclamando de manera pública haber sostenido relaciones físicas con el cerebro detrás de puestas en escena como “La importancia de llamarse Ernesto”, “Un marido ideal” y “El abánico de Lady Windermere”.
La detención de Óscar Wilde
La prensa enloquece. El Tribunal encuentra inocente al marqués de Queensberry del crimen de calumnia. Óscar Wilde es detenido bajo los cargos de comer actos ilícitos contra la moral. Era el 6 de abril de 1895.
Después de un juicio mediático, el escritor pierde su libertad, su esposa solicita el divorcio, su apellido es retirado del acta de nacimiento de sus hijos, sus propiedades son embargadas y él debe pasar dos años en la cárcel de Reading cumpliendo jornadas de trabajo forzado. Para ese momento, está en la ruina.
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Su ánimo se quebró. Con el poco papel y tinta que tenía, Wilde le escribió a Douglas, pero el joven nunca lo visitó. El autor, atormentado, deprimido y enfermo, redacta dos obras: “La balada de la cárcel de Reading” y “De profundis”. La primera es un poema, la segunda es una carta de amor (y desaliento).
“De profundis” es un desahogo. Una misiva donde el autor se lamenta de sus decisiones, donde acusa a Douglas de vanidad, egoísmo, ambición y crueldad, pero donde nunca se admite la verdad. Wilde se refiere en todo momento a la relación como “amistad” y a Douglas como “su amigo” o “su querido Bosie”.
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¿Cómo un hombre tan inteligente como Óscar Wilde puede perder todo por amor? Quizás la respuesta está en uno de sus poemas: “Unos aman mucho; otros, poco. Se compra y se vende el sentimiento. Unos lo matan entre llanto, otros sin prisas y sin miedo. Cada uno mata lo que ama, más no todos pagan por ello.”