La mayoría de los mexicanos la conoce: la Calavera garbancera, alias la Catrina o la Huesuda, es un personaje referente en la cultura nacional. José Guadalupe Posada se atrevió a bailar, interrogar y bromear con la muerte. El objetivo del artista era el siguiente: dar a conocer las noticias del país a todo el grueso de la población y fomentar el acceso al arte.
El Instituto de Arte de Chicago, junto con el Museo de Arte de Cleveland, los Museos de Arte de Harvard y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) preservan y difunden el trabajo del grabador mexicano nacido en la ciudad de Aguascalientes, el 02 de febrero de 1852. Esta es la historia del hombre que entre broma y broma dio pie a la crítica social.
¿Cómo surge la “Calavera garbancera”?
El grabador, pintor y caricaturista mexicano realizó sus pininos en la litografía a la edad de 16 años, como ayudante de Trinidad Pedroso.
A la edad de 19 años, en 1871, comenzó a trabajar en el medio “El Jicote” donde aparecieron sus primeros dibujos. Aproximadamente en 1883, se muda a Guanajuato, donde comienza a dar clases de estampado en la Escuela Preparatoria de León, lugar donde permaneció durante cinco años.
En 1888, se traslada a la Ciudad de México, donde colabora con distintos periódicos, entre ellos: “La Patria Ilustrada”, “El Ahuizote”, “Nuevo Siglo”, “Gil Blas”, “El hijo del Ahuizote” y también la “Revista de México”.
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La mayoría de los trabajos donde la protagonista es la “Calavera garbancera” tienen data entre 1900 a 1913 y fueron reproducidos en la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo. La oficina tuvo diferentes ubicaciones: avenida Guatemala Núm. 67, calle de Santa Teresa Núm. 01 y Segunda de Santa Teresa Núm. 43.
El arte para todos sin distinción
Durante el siglo XIX, buena parte de la población mexicana era analfabeta y solía carecer de recursos financieros suficientes para permitirse el acceso a la cultura, entiéndase: comprar libros, acudir a obras de teatro o asistir a festivales de danza.
El Museo de Arte de Cleveland comenta que Posada se enfocaba en la producción en masa de sus diseños, en materiales baratos, con la intención de volverlos accesibles a la ciudadanía. Aunado a ello, pensando en quienes no sabían leer, el caricaturista expresaba la realidad a través de imágenes.
Muestra de ello son los trabajos titulados “La calavera de los camiones”, donde informaba del mal estado de las vías del tren rumbo a Ciudad de México; además de “La calavera revuelta” donde se abordaba el conflicto entre federales, comerciantes y artesanos, en septiembre de 1911, durante la Revolución Mexicana.
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Durante el conflicto armado que destituyo a Porfirio Díaz de la silla presidencial, Posada pintó, entre muchas más, la “Calavera de D. Francisco I. Madero” y “Calavera revolucionaria”. Esta última pieza, conservada por el Museo de Arte de Chicago (AIC, por sus siglas originales) exhibe el precio de venta al público: cinco centavos de la época.
Las Calaveras del Montón
José Guadalupe Posada murió el 20 de enero de 1913, en el barrio de Tepito, en la ciudad de México. Se cree que sus restos descansan en una fosa común. No obstante, al ser su labor artística tan prolifera, dejó diversas caricaturas que fueron publicadas en los años siguientes.
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En 1915 apareció “Las calaveras del montón”, un panfleto donde se da cuenta del destino ineludible de la humanidad: la muerte. A todos les espera la tumba, desde panaderos, peluqueros, carpinteros, dulceras, tenorios, zapateros y pintores.
Esta fue la historia de cómo surgió la “Calavera garbancera” a partir de las ideas y del trabajo de José Guadalupe Posada, el hombre que ilustró a la muerte para hacer reír a los mexicanos, divulgar las noticias y promover el acceso a la cultura.