Su nombre era Nicholas Winton. En el 2003, la reina Isabel II le concedió el título de caballero por sus servicios a la humanidad. Winton organizó el transporte de 669 niños de origen judío de Checoslovaquia, al Reino Unido, en 1939. Hecho que salvó la vida de los menores de edad. Los cuales muy probablemente hubieran perecido, junto a sus padres, en el Holocausto.
¿Qué fue el Holocausto?
La Enciclopedia del Holocausto define este siniestro período de la historia como “la persecución y el asesinato sistemático de aproximadamente seis millones de judíos europeos, en Europa, auspiciados por el régimen alemán nazi y sus colaboradores, de 1933 a 1945”.
El Holocausto inició con el ascenso del poder de Adolf Hitler a la cancillería Alemana, en 1933. Hitler, líder del partido nacionalsocialista, conocido por “partido nazi”, fue uno de los mayores promotores del antisemitismo. Descrito como un “odio irracional hacia la población judía”.
La Alemania nazi comenzó un proceso de exclusión y persecución del pueblo hebreo, el cual desencadenó un genocidio de hombres, mujeres y niños.
Una vez que la influencia y dominio nazi comenzó a extenderse por Europa, se implementó la “Solución final”. Un plan sistemático para aniquilar a la población judía a partir de la instauración de campos de concentración, fusilamiento masivos y cámaras de gases.
Resultado de estas acciones, Alemania, en compañía de sus afiliados políticos, conocidos con el nombre de “El eje”, principalmente Italia y Japón, iniciaron la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939, con la invasión a Polonia.
¿Quién fue Nicholas Winton?
Desde 1933, la mayoría de las autoridades y los habitantes de Reino Unido miraban con suspicacia y preocupación las noticias provenientes de Alemania, donde se hablaba del fuerte grado de discriminación del cual era objeto la población hebrea.
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A quienes practicaban el judaísmo se les negaba el acceso a sitios públicos y privados. Además, tenían que identificarse con una estrella de David cocida en su ropa. Las personas eran despojadas de sus bienes materiales, expulsadas de los centros educativos y laborales. Todo esto aunado a la prohibición de celebrar sus ritos religiosos.
En 1939, antes de la declaración de Guerra de los Aliados al Eje, un corredor de bolsa británico de nombre Nicholas Winton. Cuya familia de origen judío había emigrado de Alemania antes de que él naciera y cambiado de religión hacia el catolicismo, se horrorizó de los crímenes cometidos por el gobierno de Hitler y se dispuso a salvar vidas.
El plan de Winton para ayudar a 669 niños
Nicholas Winton viajó por petición de su amigo, Trevor Chadwick, a República Checa, quien le solicitó ayuda para el traslado de los niños en peligro. Los mismos padres abogaban, con urgencia, que sus hijos fueran sacados del país.
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De marzo a agosto de 1939, Chadwick y Winton registraron, documentaron, transportaron y consiguieron un hogar provisional en Reino Unido para un total de 669 niños.
Las familias británicas, en solidaridad con la situación adversa de los menores de edad, estuvieron dispuestas a invertir 50 libras de la época por cada niño, para que su país dejará entrar a los viajeros.
El reconocimiento tardío
El periódico “El País” aclara que, contrario a la información difundida por la BBC, el entorno cercano a Nicholas Winton sí sabía sobre su labor humanitaria, pero a él no le gustaba alardear o extenderse en explicaciones sobre sus actos.
Su esposa encontró, cincuenta años después de los hechos ocurridos, un álbum con los datos personales y fotografías de cada uno de los niños rescatados en República Checa. Muchos de los cuales fueron a agradecer en persona a Winton en el programa “That's life” de la BBC. La mayoría había perdido a sus padres en los campos de concentración.
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En una entrevista para “The Guardian” cuando se le preguntó el por qué mantuvo sus acciones heroicas en casi estricta confidencialidad, él respondió: “No tiene sentido propagar el pasado”.
En el 2003, la monarca Isabel II le concedió el trato de caballero al hombre que salvó a más de 600 niños del Holocausto y casi nunca se lo dijo a nadie.