Historias y anécdotas, hazañas y bromas se acumulan en las más de 15 mil horas de vuelo que el piloto aviador Amilcar Carrascosa Taboada ha reunido en su destacada carrera profesional. Entre ellas está la de auxiliar a gente que se encontraba en situaciones riesgosas, como una inundación que tuvo lugar en Pánuco, Veracruz.
Carrascosa Taboada, quien recientemente celebró 89 años de edad piloteando una avioneta en el aeropuerto privado de Tampico, recordó la ocasión en que llegó a brindar auxilio a personas durante una inundación.
“En Pánuco, Veracruz, aterrizaba yo en el carretera, para sacar a la gente de ahí porque no podían llegar acá”, dijo Don Amilcar durante su festejo en el que estuvo acompañado de su esposa Eugenia Larrión, y sus hijos Alicia y Alejandro Carrascosa Larrión.
El piloto de un gobernador de Tamaulipas
Don Amilcar, originario de Tuxpan, Veracruz, fue el encargado de trasladar a destacados empresarios y políticos tamaulipecos.
Entre ellos, a quien fuera gobernador de Tamaulipas, Manuel A. Ravizé. El hijo del exmandatario incluso tiene muy presente estos vuelos que tuvieron lugar durante los años de 1969 a 1975, en una avioneta Cessna 182.
“Cuando estaba mi papá en el gobierno del estado, nomás había un avión, y Amilcar lo rentaba al gobierno (...). Volaban mucho a Tampico, Victoria, a la frontera, Laredo, Reynosa, Matamorosa, y a veces a la Isla del Sol, ahora la Barra de Tampachiche”, dijo Manuel Ravizé.
Ravizé, quien también pilotea, festejó a Don Amilcar junto a otros colegas como Beto ‘El Capi Morris’ Solís, Benito Martínez, Ricardo Solís, Carlos Martínez, Carlos Ayala, Mario Bautista, Fernando Cortes, algunos de ellos unidos con casi 50 años de amistad.
La pasión de volar
El hijo del exgobernador estatal también aprovechó para recordar una anécdota del capitán Carrascosa que muestra un lado bromista que siempre lo ha caracterizado, y que tuvo lugar cuando había que recoger al entonces secretario de Hacienda durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y llevarlo a Ciudad Victoria.
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“El capitán lo llevaba adelante porque era una avión de cuatro plazas, y le dijo -en broma- al secretario: ‘yo soy epíleptico, si acaso empiezo a echar espuma por la boca, me da esa pastillita que tengo ahí’ y nada más le vimos la cara susto que puso y nomás piso tierra le dijo al gobernador: a mí con ese nunca me vuelvan a llevar”, dijo.
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Para el capitán piloto aviador, el acto de volar le representa una pasión a la que se entregó durante más de cuatro décadas, en las que sumó hazañas y bromas en sus más 15 mil horas de vuelo.
Con información de José Luis Tapia