En Estados Unidos, las personas que consumen mucho calcio tienen menos problemas de sobrepeso y obesidad. De esa observación nació la hipótesis de que evitaría engordar o, más aun, estimularía la pérdida de peso. Según estudios realizados por el investigador estadounidense M.B. Zemel, las personas obesas pierden más kilos (y masa grasa), en especial abdominal, si absorben una dosis fuerte de calcio (1.200 miligramos diarios) mientras hacen dieta.
El adelgazamiento es mayor si el calcio proviene de la alimentación, particularmente de productos lácteos, más que de un suplemento. Entre los productos alimenticios y bebestibles de consumo habitual, algunos son especialmente ricos en calcio. Los lácteos más altos en contenido de calcio incluyen a los quesos de cabra y, en general, los quesos de masa dura, como el emmental, el roquefort, el camembert, el brie, superando incluso al yogur y la leche de vaca. También se ingiere calcio en las legumbres, berros, acelgas, espinacas, frutas secas y mejillones.
Efectivamente, se ha demostrado en pruebas con animales que el calcio influye sobre la metabolización de los lípidos. Una fuerte ingesta de calcio impide la lipogénesis, o almacenamiento de grasas, mientras que favorece la lipólisis o transformación de las grasas en energía. ¿El resultado? Una acción anti-adiposidad en las ratas de la investigación. Entre los seres humanos, sin embargo, sólo un limitado estudio con diez voluntarios mostró que la ingesta de calcio (1.800 mg) aumenta la eliminación de las grasas en las deposiciones.
Los estudios que llegan a la conclusión del papel benéfico del calcio para reducir los kilos son poco numerosos, siempre efectuados con personas obesas y con una duración que no excede los seis meses. Otros investigadores simplemente no observan diferencias significativas: peso y masa grasa no cambian, sea con o sin calcio. Es un hecho bien sabido que la pérdida de peso reduce la densidad ósea. En ese contexto, aumentar los aportes de calcio, entre otros minerales, previene la desmineralización ósea, pero eso no quiere decir que ayude a adelgazar.
Por otro lado, los productores de yogur y los fabricantes de complementos alimenticios suelen citar estudios que dan resultados positivos, pero con más sentido publicitario que científico. En el rubro de los lácteos, puede leerse frases como “ayuda a controlar de mejor manera el peso gracias a su fuerte aporte de calcio” o “los estudios coinciden en señalar el efecto favorable del calcio sobre la regulación del peso y de la masa grasa”. Algunos comprimidos a base de calcio señalan en su etiqueta “con ingrediente adelgazante”.
Pero, con mayor realismo, los especialistas advierten que es inútil precipitarse sobre los productos lácteos o los suplementos de calcio para ayudarse a adelgazar, mientras no haya pruebas clínicas más claras, masivas y concluyentes. EUROPA PRESS N. S.