El término “madrastra” suele tener connotaciones negativas. Si se piensa en los cuentos de hadas, se asocia la figura a malos tratos, envidia, crueldad e incluso instintos homicidas. Sin embargo, en la vida real hay evidencia de muchas personas que cumpliendo este papel saben criar niños felices. Entonces, la interrogante es: ¿por qué ha persistido la mala fama de esta figura?
La mala reputación de las madrastras tiene incluso raíces lingüísticas. La Real Academia Española (RAE) define la palabra como “madre que trata mal a sus hijos”. En contraposición a tales aseveraciones, “20 Minutos” recoge las palabras de Aina Buforn, madrastra de dos niños y madre de uno: “Siempre me he involucrado en la crianza y yo digo que tengo tres hijos".
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“Tú no eres nadie para decirme qué hacer: no eres mi mamá”
El artículo “Madrastras, las madres de las que nadie habla” de la pluma de Lolita Belenguer, para “20 Minutos”, señala que a menudo las personas que se encuentran en dicha posición suelen lidiar con una alta carga de estrés físico y mental, debido a diversos prejuicios sociales.
Aina Buforn indica que la presión suele provenir de diferentes aristas. Primero, una madrastra ingresa a un núcleo familiar con una historia previa, en el cual tiene que encontrar su propio lugar. Segundo, en ocasiones se le acusa de intentar “robar” a la madre el cariño de los niños (as).
A las anteriores dificultades se podría añadir que en ciertos sectores sociales persiste la costumbre de decirle a los infantes(as): “A ella no tienes qué hacerle caso, ella no es tu mamá, no tiene ningún derecho a regañarte” o “Como no eres su hija (o), no te puede querer”. Lo cual dificulta que madrastras e hijastros (as) establezcan una conexión emocionalmente estable.
¿Darles el beneficio de la duda?
A menudo el estereotipo que se tiene sobre las madrastras no les favorece. Las referencias culturales más próximas nos indican que la madrastra de Blanca Nieves buscaba arrancarle el corazón; la madrastra de Cenicienta obligaba a la joven a realizar trabajos forzados.
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Sin ir más lejos, en la última versión de Rapunzel, por ejemplo, madre Gothel, mantenía a la protagonista cautiva en una torre solitaria.
En el cuento de “Hansel y Gretel”, de los hermanos Grimm, ante la escasez de alimentos en la región, la madrastra abandona a los niños en el bosque.
Contrario a la suposición de que tales historias reflejaban la realidad, Ada Nuño para “El Confidencial” sostiene otra teoría: la trama buscaba servir de advertencia, tanto para los progenitores naturales como para los de crianza: independientemente de quién seas, si tratas mal a un niño (a), terribles cosas podrían sucederte.
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Cabe la posibilidad de que las madrastras no tengan un carácter tan despiadado como el que se les atribuye. De acuerdo a Heinrich Dickerhoff, presidente de la Sociedad Europea de Cuentos, en 1812, la villana de Blanca Nieves no era la madrastra, sino la mamá. Dickerhoff insiste en que los hermanos Grimm modificaron la historia ante las críticas del público.
En conclusión, aunque persiste la creencia de que las madrastras son seres malvados y egoístas, en el amplio rango de opciones que ofrece la existencia, muchas de ellas son amables, comprensivas y atentas con sus hijastros(as). Faltaría preguntarse si en el marco 10 de mayo también sea oportuno señalar: “Feliz día, madrastra”.