¿Cómo se convirtió Porfirio Díaz en un dictador? Al parecer, una de las piezas claves de su poder eran los servicios de inteligencia, quienes controlaban la información, coartaban la libertad de prensa y desaparecían a los adversarios políticos del Porfiriato.
Porfirio Díaz controló el país de 1876 a 1911, en ocasiones, como presidente de la República, en otras, como la voz quien dirigía a quien ocupaba, de manera simbólica, dicho cargo.
Para lograr sus fines autoritarios, Díaz se valía de dos servicios de inteligencia, la Policía Secreta y La Acordada. La primera se dedicaba, casi exclusivamente, a la teoría; mientras que la segunda se enfocaba a la práctica. En otros términos, la Policía Secreta investigaba, en tanto que La Acordaba, ejecutaba.
Sistema de espionaje en el Porfiriato
Acorde al libro “Los servicios de inteligencia en México, ayer y hoy”, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, escrito por Otto Cáceres y Lucía Jasso, el coordinador del sistema de espionaje durante el Porfiriato fue Enrique Creel.
Por la misma fuente, sabemos que Creel se desempeñó, primero, como presidente municipal de Chihuahua, después como diputado local de la misma región hasta llegar a ser embajador de México en Washington.
Al regresar al país, Creel fue designado por Díaz como gobernador del Estado de Chihuahua, cargo que cumplió de 1907 a 1910. A partir de 1910 y hasta la caída del Porfiriato, se desenvolvió como Secretario de Relaciones Exteriores.
La Policía Secreta, La Acordada y Los rurales
Los autores de “Los servicios de inteligencia en México, ayer y hoy”, explican en qué consistía el trabajo de cada grupo dentro del sistema dictatorial de Díaz.
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La Policía Secreta se encargaba del espionaje y planeaba las medidas represivas, consideras urgentes para mantener el control del gobierno.
Por su parte, La Acordada era una organización policía dependiente de cada estado, la cual tenía como tarea principal la aniquilación de los enemigos públicos señalados por la Policía Secreta.
Dichos enemigos podían consistir tanto en figuras políticas, como extranjeros, periodistas e incluso, señala el libro, “en personas que se sospechaban habían cometido un crimen, pero no existían pruebas en su contra”.
En la frontera del país, verbigracia, los adversarios de la nación eran los miembros, colaboradores y simpatizantes del Partido liberal. Agrupación que solicitaba, con urgencia, entre otros temas, la destitución de Díaz como jefe de Estado.
La Armada actuaba de manera silenciosa y rápida. John Kennet Turner, autor de “México bárbaro”, llegó a señalar que solo, en la CDMX, se habían asesinado a más de dos mil personas bajo este esquema.
Los servicios de inteligencia y la prensa mexicana
El control de información, por parte del Porfiriato, fue tan grande que, incluso, tuvieron reportes previos de la Rebelión de Acayucan en 1906. Evento que se considera un precursor de la Revolución mexicana. Varios de los conspiradores presuntamente desaparecieron y fueron asesinados por La Armada.
Kennet Turner también denunció las prácticas represivas contra la libertad de prensa. En 1909, el director del periódico “La Tierra”, localizado en Mérida, Yucatán, Antonio Dutch, fue secuestrado por la Policía Secreta y embarcado fuera del país en el puerto de Veracruz.
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Un año después, en 1910, el mismo grupo allanó las instalaciones de tres medios diferentes: “El Insurgente”, “El Chinaco” y “El Paladín”. Se llevaron todos los documentos de la redacción bajo el concepto de “evidencia de delito”.
Así eran los servicios de inteligencia durante la época de Porfirio Díaz. Sin duda alguna, muchos factores entraron en juego para que este personaje se convirtiera en un dictador de 1876 a 1911, algunos de ellos fueron: el espionaje y la represión.