Doce años antes de que fuera ejecutado, aquel 9 de octubre de1967 en la escuela de una de las comunidades más pobres deBolivia, el doctor Ernesto Guevera de la Serna, estuvo a punto dellegar a Tampico con un grupo de médicos que vino en los primerosdías de octubre de 1955 a dar ayuda humanitaria por la graninundación de la ciudad.
Existe una relación constante entre el “El Che Guevara” yel puerto en aquellos años, señala el cronista de Tampico MarcoAntonio Flores Torres, primero en esta etapa cuando por elimprevisto embarazo de su esposa se queda sin realizar el viajecomo parte de los doctores que dieron servicio a la población enla inundación y después de forma clandestina, al pasar por lazona hacia los campos de entrenamiento de la guerrillacubana”.
“Hay comentarios de muchas personas, que afirman haber visto alos cubanos en su paso hacia las comunidades donde se entrenabanpara dar el golpe a (Fulgencio) Batista, existen testimonios queaquí se repararon los motores de la embarcación en la queseguramente estuvieron varios de los combatientes”, expone.
Pero más allá de la leyenda urbana, añade, se puede afirmarque Ernesto Guevara influyó tanto en la juventud de esa ygeneraciones posteriores, que el propio Sub Comandante Marcos,quien dicen tiene su origen en la ciudad, afirmaba ser un devoto desu ideología y se decía un estudioso de sus conceptos.
Fueron poco más de 2 años los que Ernesto Guevara permanecióen el país (1954 a 1956), trabajando incluso como investigador enel hospital general y en el infantil de la capital, por tal motivole interesaba acudir al desastre de Tampico, para poder realizarsus proyectos, pero el embarazo de alto riesgo de su primera esposase lo impediría.
Hace 50 años era también lunes, después de una vida llena decontrastes y de guerras armadas y luchas personales contra elimperialismo Ernesto “El Che” Guevara terminaba sus días en laescuela de la Higuera, próxima a la ciudad de Valle Grande cercade la selva boliviana.
En presencia de un agente de la CIA, Félix Rodríguez, que sedio el lujo de tomarse una foto con el comandante Guevara, paracomprobar que estaba vivo, al mediodía de 9 de octubre se cumplióla sentencia de muerte para “El Che”, que de acuerdo a lo dichopor su verdugo, le gritó al ver que titubeaba: «¡Póngase serenoy apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!»
La revista Paris Match entrevistó a Mario Terán, quien fusilóa Ernesto Guevara y relató del siguiente modo los últimosinstantes del Che:
Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver alcoronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero elcoronel se puso furioso. Así es que fui. Ese fue el peor momentode mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Alverme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido ybajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué handicho los otros?». Le respondí que no habían dicho nada y élcontestó: «¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar.En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojosbrillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando memiró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimientorápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —medijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!». Entonces di unpaso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos ydisparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas,cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísimasangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que loalcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estabamuerto.
El rostro del ideólogo y comandante de la revolución cubana,se convertiría a partir de entonces, en la imagen más reproducidaa nivel mundial, contrario a lo que sus enemigos querían. Susideas han germinado en todos los rincones del planeta, dondeenarbola los ideales de libertad y justicia social.