El Cadejo es una de las figuras mitológicas más intrigantes y arraigadas en el folclore de América Central. La leyenda de esta criatura, que se asemeja a un perro gigante, ha desempeñado un papel destacado en la imaginería popular de países como: El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, y México.
En el capítulo para hablar del Perro Negro, en la edición 3 de Mitos y Leyendas de Muy Interesante, cuenta que el Cadejo tiene su origen en la conquista española, que importó la historia de los mitos europeos. Pero que, sin embargo, en las culturas precolombinas ya existían historias de estos seres que se aparecían a los transeúntes, presagiando la muerte.
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La imagen de la leyenda
El Cadejo blanco es un símbolo de luz y benevolencia. Su pelaje blanco lo convierte en un guardián de la noche. Se le atribuye la tarea de proteger a mujeres y niños que se aventuran en la oscuridad.
Como un faro en la noche, el Cadejo blanco guía a los errantes, y proporciona compañía y seguridad. Representa la esperanza en medio de la incertidumbre y la seguridad en los momentos de peligro.
En contraste, el Cadejo negro personifica la oscuridad y el miedo, con su pelaje negro y ojos rojos que resplandecen en la penumbra. Su presencia se considera un presagio de infortunio, y se le atribuyen acciones maliciosas. Acecha en las sombras, tienta a los incautos y persigue a aquellos que cruzan su camino. Es el símbolo del peligro nocturno y de los aspectos más oscuros de la noche.
A pesar de sus personalidades tan marcadas, Milagro Palma, en un fragmento del libro “Senderos míticos de Nicaragua”, cuenta que ambos son capaces de acciones contrarias.
Una vez, un jinete golpeó al Cadejo blanco, y este, en represalia, se le echó encima vuelto una fiera y lo bajó del caballo a mordiscos, y no se fue hasta que dejó al hombre en el suelo, golpeado con la ropa toda deshecha.
Por otro lado, Palma recalca la obra del Cadejo negro, explica que aquel hombre que anda en la calle pasado de tragos, a deshoras de la noche, sabe apreciar la compañía del cadejo. Sin embargo, parece que en la sobriedad, la presencia repentina del cadejo infunde temor por el aspecto malicioso del animal.
La historia del Cadejo se teje entre la dualidad del bien y el mal, personificada por dos entidades opuestas: el Cadejo blanco y el Cadejo negro. Estas dos criaturas, aunque comparten una apariencia canina, representan fuerzas contrapuestas en la cosmovisión de las personas que las veneran o temen.
Apariciones e historias del Cadejo
El mito del Cadejo es una parte de la tradición oral y las supersticiones de América Central. Muchas personas creen en su existencia y temen encontrarse con él durante la noche. Como en algunas de las anécdotas recopiladas a continuación.
Una de las situaciones más contadas es donde estas dos criaturas al encontrarse, cuando acechan a un incauto, pelearán a mordiscos para decidir quien toma el destino de la persona. Como lo cuenta Palma, en el mismo fragmento de su libro.
En un compilado de anécdotas del poblado de Juan Viñas, en Costa Rica, se exponen diversas historias de los pobladores con numerosas leyendas. Siendo algunas de ellas las que nombran al Cadejo.
La primera dice que cuando el perro sale, y uno le da galletas o pan que traiga, el animal andará manso a su lado. Y si un enemigo intenta atacar a la persona, el Cadejo lo defenderá. También cuentan que, en el ingenio del pueblo, el Cadejo suele ir al cuarto donde se almacena el azúcar a comer de la miel guardada.
Otra es la anécdota de un chico, que junto a sus primos, se encontraban tomando. Entre la noche, avistaron a un perro grande muy bonito, y decidieron llevarlo a su casa. Amarraron unas fajas que traían e hicieron una correa improvisada, y se la pusieron al can.
Cuando llegaron a su casa y le contaron a su mamá que traían un perro, ella no lo vió, dado que se había quedado en la puerta no pudiendo pasar el umbral, pues era un espíritu. La mamá les dijo que era el Cadejo, y el chico cuenta que del susto se les bajó la ebriedad.
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El Cadejo es una leyenda que personifica la dualidad del bien y el mal en el folclore de América Central. Su apariencia en forma del perro blanco y negro refleja la lucha eterna entre la luz y la oscuridad en la vida de las personas.
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Este misterioso ser sigue siendo una parte de la cultura de la región. Recordando que en medio de la noche, la protección y el peligro acechan en las sombras.